Los que observaron el Derby de Jonrones el pasado lunes tienen que colegir que el novato de los Yankees Aaron Judge es un fenómeno que debe permanecer por años como la fuerza personificada.
La demostración no pudo haber sido más convincente, al punto de que sus rivales y hasta los no participantes quedaron absortos ante la potencialidad de este “caballo de batalla”.
Con apenas 25 años, si no se produce una lesión, este hombre va a dar agua de beber, quizás más de la que corre por el río Masacre, que en la actualidad tiene una corriente tan escasa que los ilegales ni se mojan los pies para cruzarlo, mientras las autoridades niegan el desbordado “pasadero”.
Judge debe convertirse en una sensación del béisbol, y más teniendo en cuenta el mercado que significa la ciudad de Nueva York con sus Yanquis.
Se han dado casos de atletas que en su primer año son “come hombres”, y luego de apagan como un fogón de pobres, pero con Judge este no parece que será el caso.
El nuevo presidente
Vitelio Mejía fue electo a unanimidad, como ya es una costumbre, presidente de la Liga de Béisbol, con lo que termina definitivamente la “era” de Leonardo Matos Berrido, quien durante 26 años estuvo al frente.
Mejía tiene por delante muchos retos, pero llaman la atención sus declaraciones de que se enfocará en dar facilidades al fanático que asiste a los estadios.
Esta posición, que muchos podrían pensar que tiene visos de populismo, que ojalá no sea con los tradicionales ribetes de los políticos del patio, es una buena nueva, porque nadie antes en la Liga había mostrado públicamente preocupación por ese aspecto.
Los dueños de equipos tomaron una posición tan pedante y grosera que nunca le dieron importancia, por lo menos, nunca lo dijeron, sobre las quejas de los aficionados.
Ojalá que el cambio de mentalidad haya llegado para quedarse.
RADARES. Llama la atención el pedido de Floyd “The Money” Mayweather de pedir una prórroga a impuesto interno para pagar las obligaciones tributarias de 2016. Para un hombre que vive exhibiendo millones, esto es una ridiculez de primer orden.