El fanatismo es fatal

El fanatismo es fatal

El fanatismo es fatal

Hugo Lopez Morrobel

Alos aficionados les encantan las comparaciones de sus ídolos.

Y sin importar que las estadísticas muestren que unos están muy por encima de otros, siempre se impone la irracionalidad para no admitirlo.

Desde tiempos inmemorables se vienen suscitando las discusiones sobre la capacidad competitiva de los atletas, lo que al parecer permanecerá por los siglos de los siglos.

Cuando un atleta supera a otro, el fanático que le da seguimiento es incapaz de admitirlo por la suposición de que “nadie es superior a mi ídolo”.

Los cronistas deportivos, en términos generales, son los que dan pie a estas argumentaciones que en ocasiones adquieren categoría de “vida o muerte” para sus propiciadores.

Cuando se retira un ídolo sus fans consideran que ningún otro está en capacidad de superarlo, y si lo hacen, jamás es admitido.

Dos de los casos que más llaman la atención lo vivimos a diario con las polémicas de si ha existido un mejor jonronero que Babe Ruth, a pesar de que ya sus estadísticas en ese renglón han sido superadas por Barry Bonds y Hank Aaron.

Hoy las porfías se centran en Michael Jordan y las posibilidades de LeBron James de superarlo.
Ninguno de los seguidores de Michael admite ni remotamente esa posibilidad.

No es por casualidad que los seguidores del deporte se denominan “fanáticos”, situación que deben evitar a toda costa los profesionales de la prensa deportiva.



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