Durante las pasadas semanas escribí sobre “el éxtasis de descubrir”, un tributo a la sabiduría milenaria que utilizan las madres para educar a sus hijos y que pasa de generación a generación en cada sistema de familia.

Unas veces va en mejoría mientras que otras no tanto.

Sin embargo, cada madre hace su mejor esfuerzo para lograr mejores personas dentro de una sociedad, y así dejar un legado a la humanidad.

Mis modelos más cercanos: mi madre y mi amada abuela. También los ejemplos de mis tías, pues es muy cierto que los tíos constituyen entre sí redes extraordinarias de apoyo en toda la familia.

Finalmente, este pasado fin de semana fue el Día de las Madres en la República Dominicana y las demostraciones de cariño y alegría no se hicieron esperar.

En nuestra mesa para agradecer al creador, Ninina, como buena matrona, pidió sabiduría para cada madre, y yo me atreví a agregar que también nos dé gratitud a los hijos para valorar a cada madre en especial a aquellas que están con nosotros.

No todas las madres disfrutaron del amor y la gratitud de sus hijos el pasado domingo, por lo que hoy a través de estas líneas les mando un abrazo a aquellas mujeres que esperaron en vano por la llegada de algunos de sus hijos.

En el hogar o en la tumba, un ramo de flores o un simple abrazo es tan grande y significativo como el más costoso de los regalos.

Hoy puedo entender que las madres solo esperan el reconocimiento y cariño de sus hijos por quienes tantas noches estuvieron en vela.