Uno de los mayores inconvenientes que desde hace unos años viene confrontando el deporte de aficionados dominicano es la falta de presupuesto para el montaje de un campeonato o torneo de cualquier actividad.
Las empresas privadas, que por tradición apoyaban el deporte en todas sus vertientes, a menos que haya algún pedimento oficial, no se involucran ni por asomo.
Desconozco qué tipo de estudio de mercado ha realizado el conglomerado industrial y comercial para rehuir el patrocinio o participación en los deportes nacionales: les corren como “el diablo a la cruz”.
Muchos consorcios, cuando eran propiedad de empresarios dominicanos, siempre estaban presentes en la mayoría de los eventos, incluso, los que se organizaban en los sectores populares de cualquier punto del país, pero luego que fueron adquiridos por extranjeros, a este sector lo ven de reojo y le dan con la punta del pie.
Algunos de ellos prefieren colocar su publicidad en transmisiones de eventos internacionales.
Los clubes y ligas dependen casi exclusivamente de los aportes que realiza el Estado a través del Ministerio de Deportes, porque de lo contrario los atletas tendrían que echar manos a sus propios recursos o de lo contrario la práctica deportiva sería nula.
El Estado ofrece incentivos a muchos sectores que apoyan actividades de carácter social, incluso a empresas de zona franca y turismo, por lo que no tiene explicación que los que inviertan en deportes no puedan recibirlos.
Habiendo tantos senadores y diputados, la mayoría inorgánicos, a ninguno se le ocurre someter un proyecto que tienda a beneficiar a los atletas y al deporte en general. ¡Dios mio!