Francisco Rojas
En esto días de brisas frescas que se pasea por los linderos de la calles, donde ellas tocan mi rostro, me llevan a apreciar el azul del cielo. Esta mirada refresca mi memoria que es alumbrada con una verdad tan sublime y es que Cristo murió en una cruz, pero otra verdad viene también, y es que él resucitó, él está vivo, no está muerto, venció la muerte.
¡Esto es alegría!… la resurrección de Cristo es lo maravilloso del evangelio. La resurrección de Jesucristo constituye junto con la ascensión, que es su complemento, el sello de aprobación del Dios sobre el sacrificio expiatorio de Cristo.
La resurrección es muy bien explicada por el apóstol Pablo, en 1 Corintios 15 dice: “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado, que resucitó al tercer día según las Escrituras, y que se apareció a Cefas, y luego a los doce… la resurrección de Cristo es la piedra fundamente de la fe cristina”.
Talvez en estos días nos pueda llevar a una profunda tristeza al saber de su muerte, pero su resurrección nos colmará a un gran gozo de alegría al saber que Cristo fue entregado a muerte por nuestros pecados, pero resucitó para nuestra justificación, Romanos 4:25, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.
Esto es que somos libres de la muerte para los que creen en Cristo Jesús.
Cristo vive, no lo busquen en la tumba, él resucitó y está sentado a la diestra de padre intercediendo por todos nosotros. Así que alégrate y gózate en esta verdad… él está vivo.
