Bueno, ya si llegamos. Ahora resulta que el presidente de la Federación de Estudiantes Dominicanos –FED- es un sospechoso de encabezar una banda dedicada a la estafa, la fasificación de documentos y el tráfico de personas.
Yimi Zapata tiene a su favor la presunción de inocencia, pero tiene en su contra la presunción de culpabilidad, los indicios y testimonios aportados por sus víctimas y la decisión de un juez equilibrado y recto que lo manda a prisión.
No lo condeno ni lo absuelvo, que hable la Justicia, pero este caso envuelve asuntos sumamente graves.
Uno piensa en la historia de la FED, en cuya dirección estuvieron siempre muchachos que sirvieron de ejemplo a la juventud. Luis Ibarra Ríos, Asdrúbal Domínguez, Amín Abel Hasbún, Cayetano Rodríguez, Narciso Isa Conde, Emma Tavárez, Juan López Félix, Faustino Collado, Onofre Rojas, Manuel Salazar, Aquiles Castro, entre muchos otros. Imposible, rotundamente imposible, imaginárselos en cosas como estas. Ni mucho menos.
Ser dirigente estudiantil fue sinónimo de rendimiento académico, rectitud de conducta, vocación de servicio, pulcritud moral a toda prueba. Desde ahora esto dejó de ser así.
Peor aún. El escándalo que envuelve a Zapata salió a flote antes de las elecciones en la FED. Que yo sepa, ningún grupo estudiantil lo objetó, las autoridades tampoco.
Pese al dramático testimonio de las víctimas, una parte del estudiantado ni se inmutó, se sumó a Zapata, le dio su representación y su confianza y lo llevó al mismo cargo honroso que ocupó Amín Abel.
De su parte, dicen ahora las autoridades universitarias que todo esto es asunto personal de Zapata y que la institución no tiene que ver con esto.
Pero ¿ cómo de que no? Si son esas autoridades las primeras que debieran salir al frente ante el ultraje, desde que se supo que era en un aula de la academia donde Zapata y sus asociados se reunían con sus víctimas.
Y más grave aún. Algunos dirigentes estudiantiles han salido a protestar. Cuando lo que Dios manda es ponerse al lado de los jóvenes, que también son estudiantes, y fueron engañados, mandados a sufrir humillaciones, a manchar su récord y pasar vergüenza en otro país, aparte del dinero perdido y la burla contra ellos y sus parientes.
Todo esto es sencillamente escandaloso y demuestra el bajo nivel al que vamos volando en estos tiempos.
Cosas veredes, Sancho hermano.