El endeudamiento público

El endeudamiento público

El endeudamiento público

A pesar de estar recientemente de viaje, gracias a la tecnología digital pude mantenerme al día con los últimos acontecimientos económicos de la nación, incluyendo la consabida y preocupante tendencia del endeudamiento público. Es así como observamos que se han anunciado nuevos préstamos por unos US$1,150 millones.

La primera consideración es el verdadero motivo de estos endeudamientos, que no es más ni menos que para cubrir déficits presupuestarios, que a su vez tienen su origen en la misma ley de presupuesto.

Este instrumento legal, pieza clave de la política de desarrollo, es objeto constante de la violación institucional, manifestado en varios de sus artículos, incluyendo el 25, 26 y 53, que a su vez establecen alternativas para que el Poder Ejecutivo proceda con su violación en un claro atentado a la institucional del país.

Desafortunadamente el mismo presupuesto carece de las especificidades del endeudamiento cuya contratación parece se debe más a las circunstancias del momento que a la planificación de propósitos.

Tal es el caso del anunciado préstamo de China por US$600 millones, que ahora no se sabe si es una oferta de crédito dentro del límite país que China nos ha establecido, o si realmente es un crédito contratado.

Encima de esto tenemos otro préstamo por US$400 millones, que nos ha concedido por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y cuyo objetivo es muy similar al anunciado endeudamiento con nuestro nuevo aliado, la República Popular de China. Además, se ha informado que el BID nos ha facilitado otro préstamo por US$150 millones para fines de ejecutar proyectos agroforestales.

El creciente y constante endeudamiento público deja sobre la mesa dos consideraciones. Primero, hasta dónde y cuándo podemos seguir esta política.

La segunda es cuándo se gestará, al costo político que sea, una reforma fiscal que sea capaz de eficientizar la acción estatal y cerrar esta brecha deficitaria que provoca estos endeudamientos acomodaticios. Hasta que no demos respuesta a estas dos consideraciones, las deudas seguirán aumentando, con las consabidas consecuencias.