No son pocos los que aseguran que el amor tiene que fluir. Y si no funciona, no funciona. La idea de «trabajo» parece no tener lugar en este pensamiento. La creencia de que a las relaciones hay que cultivarlas y hacer esfuerzos para que prosperen suena poco romántica.
Sin embargo, la mala noticia para quienes están esperando esa persona especial que les genere mariposas eternas en la panza es que se van a cansar de esperar. Que mejor les conviene saber que la magia y el enamoramiento son efímeros. Y que es sano y esperable que toda pareja que desee prosperar en el tiempo avance de casillero y su vínculo se convierta en algo más profundo y menos «intenso».
Muchas veces se habla del amor en términos mágicos. Frases como «se rompió el hechizo»o «se acabó la magia» son fáciles de escuchar en boca de quien se acaba de separar o de quien terminó una relación. Inevitablemente, la idea remite a un conjuro que se acaba a la medianoche de un día de algún año. Eso está muy bien para los cuentos y las fantasías, pero estas frases que parecen inofensivas y que, como mucho, intentan describir las razones por las cuales un vínculo finalizó, pueden tener un efecto adverso.
«Toda relación al comienzo atraviesa la etapa del famoso enamoramiento, que se caracteriza por tener una intensidad muy alta y visible, y una profundidad pequeña», describió el licenciado en Psicología Sebastián Girona (MN 44140) para quien «con el tiempo y en el mejor de los casos, la situación debería cambiar para pasar a lo contrario: un vínculo más profundo que inevitablemente hace disminuir la intensidad».
Tras asegurar que «parecería que esa misma energía puesta en un comienzo en lo sexual pasa a ser el fondo de reserva de la pareja y la base sustentable para lo que vendrá», el especialista puntualizó que «esta etapa no dura un tiempo exacto, a veces pueden ser seis meses, a veces ocho o inclusive un año, pero lo importante es que, más tarde o más temprano, se termina».
Así, tomar decisiones trascendentes como convivir o tener un hijo durante la etapa de enamoramiento dejará a la pareja expuesta a altas probabilidades de falla o riesgo de arrepentimiento debido a la particularidad del momento.
«El enamoramiento no dura un tiempo exacto, a veces pueden ser seis meses, a veces ocho o inclusive un año, pero lo importante es que, más tarde o más temprano, se termina».
Girona describió que «esta primera etapa de enamoramiento nos hace tener una sensación parecida a la que se produce en el cerebro cuando una persona consume cocaína. La descarga de adrenalina y las ganas frenéticas de estar con la otra persona, sobre todo sexualmente, nos acerca a una de las sensaciones más valiosas y diferentes que podemos experimentar en la vida».
Además, de esta fase de las relaciones bien podría decirse que proviene el popular dicho que asegura que «el amor es ciego», ya que «el juicio crítico que todos tenemos en el día a día, en esta primera etapa, está apagado. O sea la persona que nos gusta, al principio no tiene ningún defecto«.
Otra frase común que se escucha seguido es que esa persona que nos generaba mariposas en el estómago «ya no es como antes». Y claro que no es como antes, es necesario que así sea, que haya un cambio y que la pareja madure sin perder el encanto. ¿Serían expectativas realistas, esperar que la pareja siempre siga como al comienzo?
«Ahora bien: si a la crisis de una pareja o al final del un vínculo lo ponemos en términos mágicos, casi que no podemos hacer nada, solamente esperar a que pase un hada madrina y reactive el vínculo o quizás también que cupido trabaje horas extras y dispare una flecha especial justo justo hacía nuestra relación», reflexiona reflexionó Girona.
Según el especialista, es «mejor y más sano» ponerlo en términos más reales, como por ejemplo, «cambió el compromiso que él tenía conmigo», o «ella ya no me respeta como antes», o lo que sea que esté pasando en la pareja.
En definitiva, sería algo así como poder ponerlo en términos de responsabilidad. «Si lo pienso como que se rompió el hechizo, no puedo hacer nada, sólo lamentarme. Ahora si lo pienso como que el destino de una pareja es responsabilidad de los dos, entonces la situación cambia bastante y puedo tomar cartas en el asunto», agregó.
De trabajar se trata
Así las cosas, la idea de que la pareja está hechizada desliga de responsabilidad a los integrantes de la misma porque implica que la pareja durará lo que el hechizo diga y ellos no pueden hacer nada para cambiar la situación.
«Por supuesto que pensarlo así es más fácil que pensarlo en términos de responsabilidad», destacó el psicólogo, para quien «pensar que la pareja y sus integrantes guían el destino de la misma implica un esfuerzo y esa palabra que puede ser bien aceptada en otros contextos, no es tan bien recibida en relación a la pareja y al amor. Trabajo y esfuerzo de pareja son conceptos que tienen mala prensa«.
Nos resistimos a pensar que debemos esforzarnos por el vínculo y cuidarlo como cuidamos tantas otras cosas. «Es la relación una entidad con peso propio y propia salud, conformada 100% entre los dos integrantes del vínculo y que respeta la ley de que ‘el todo es más que la suma de sus partes’. No pasa solamente por cuidar y estar atento a la otra persona –por supuesto que eso hay que hacerlo para tener una pareja sana–, además hay que estar atentos a cómo estamos nosotros mismos y cómo estamos nosotros dos como pareja», analizó Girona.
«Nos resistimos a pensar que debemos esforzarnos por el vínculo y cuidarlo como cuidamos tantas otras cosas»
Y remarcó: «Quizá, como en la mayoría de las relaciones, durante la etapa de enamoramiento las cosas realmente fluyen y la relación no implica demasiados esfuerzos, eso hace que nos mal acostumbremos a que todo lo que sigue también debería ser así. Ycuesta que después pensemos en esforzarnos por el vínculo«.
En cambio, sí es aceptada la idea del trabajo y el esfuerzo antes de que la relación comience, es habitual escuchar, especialmente a un hombre, decir que realizó «un trabajo fino» o que «remó» para conquistar a una mujer.
Pero extrañamente, este esfuerzo del comienzo es rechazado después. «La etapa de enamoramiento, si bien dura un tiempo determinado, le deja a la pareja un envión para lo que sigue, es también el momento en donde se establece el contrato que se va a seguir por bastante tiempo hasta que llegue el momento de la renovación y su correspondiente renegociación», destacó el especialista.
Porque puede ser muy lindo y romántico hablar del amor en términos de magia y hechizo, pero parece mejor hacerse a la idea de que los vínculos «se trabajan» y que si el deseo es «vivir felices y comer perdices» hay que esforzarse mucho en el día a día para que eso pase.