El empoderamiento de la distracción
Aunque surgió hace no se sabe cuantos siglos atrás como herramienta de regímenes autocráticos, dictatoriales, gobernar por medio de la distracción sigue siendo un recurso indispensable para el control social en democracia.
La atención del público ante los problemas medulares y los cambios decididos por el poder político- económico, son manipulados mediante lo que los estudiosos de la inteligencia social denominan técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones e informaciones no del todo relevantes.
A la distracción también se le atribuye bloquear o impedir mostrar interés por los conocimientos esenciales.
La idea es hacer consciente lo que, generalmente, no percibimos conscientemente. Crear suficiente entretenimiento para que todos los ojos se centren en el sentido de determinados temas o conversaciones.
Esto permite que se tomen, tras la cortina de humo, con cierta holgura, medidas que de otra forma pueden generar conflictos o despertar reacciones al afectar determinados intereses. Y así lograr que pasen inadvertidas. O al menos, que no se valore las consecuencias que puedan conllevar de dichas acciones.
En este afán se crean múltiples distracciones simultáneas, sin importar el sobrecargo de la atención de los receptores. Se provoca confusión.
Pero no siempre es necesario mentir. Con crear suficientes explicaciones alternativas para que la verdad se vuelva discutible es suficiente.
Aunque no siempre es tarea fácil desagregar las noticias y las distracciones cuando la misma autoridad está creando ambas.
Para ponernos en contexto nos limitaremos a dos ejemplos de servicios públicos que parecen no tener solución, al menos en lo inmediato: La carencia de un servicio eléctrico eficiente y el precio de los carburantes. Ambos golpean diariamente los bolsillos de los consumidores y en consecuencia, generan rechazo y presión a las autoridades.
¿Quién dijo que a los hogares dominicanos no llega la energía eléctrica? En RD se produce tanta energía que se exportará a Puerto Rico.
El país exhibe una fortaleza productiva de combustibles sorprendente. Aparenta pertenecer a la OPEP. Con tanta y tan barata comercialización, conocimiento y experiencia en la materia, que construirá una refinería en Guyana.
Sin dudas que estas quimeras arrastran simpatías, pero también se convierten en estocada visceral a la transparencia, que genera desconfianza en su propulsores.
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