La pandemia significó un antes y un después en muchos aspectos de la vida humana. En el pasado era normal que las personas contratadas fueran ubicadas en un espacio de oficina físico dentro de un edificio tradicional.
Eso suponía invertir tiempo y dinero en transporte, alimentación, ropa adecuada y demás gastos asociados a un trabajo presencial.
Luego que la humanidad se vio obligada a estar encerrada en sus casas, por meses, sin saber en qué momento se volvería a normalidad, muchas personas cambiaron su modalidad de trabajo, se fueron a remoto y se acostumbraron a dicha modalidad.
Este fenómeno ocurrió de manera muy particular en el mundo informático. En dicha industria, ya era algo común encontrar este tipo de modalidad de contrato laboral, pero la pandemia aceleró la adopción de la misma.
Según los diversos informes sobre el tema, el 90 % de los profesionales en tecnología no quiere volver a modalidad presencial.
La mayoría prefiere tener un llamado “home office” u oficina en el hogar. Siente que tienen mayor libertad para administrar su tiempo, pueden ahorrar dinero en transporte y otros gastos relacionados a la modalidad presencial, así como dedicar más atención a su salud y familia. En fin, la modalidad remota está ganando adeptos y creando un elemento disruptivo en los empleos del futuro.
En República Dominicana ya se están haciendo esfuerzos para regular dichos trabajos, garantizando que se cumpla con los sistemas de protección laboral y asegurando que el rendimiento sea positivo para todas las partes en la relación contractual. Este fenómeno llegó para quedarse.
Somos de opinión que debemos brindar más oportunidades para que la modalidad de trabajo de los programadores, analistas de datos, expertos en ciberseguridad y demás perfiles, sea más flexible y que centre su atención en el bienestar de aquellos que trabajan remoto. Una nueva forma de trabajar ha llegado.