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El emperador Trump

German Marte
German Marte

El regreso del magnate Donald Trump a la Casa Blanca no ha pasado desapercibido para ninguna persona mínimamente informada, sin importar en qué rincón del planeta se encuentre en este momento; y si las mujeres del cantante Arjona habitaran la Luna, también ellas estarían al tanto de esta noticia que fue la portada de todos los periódicos este 20 de enero de 2024.

Su retorno al mando de la nación más poderosa (hasta ahora) preocupa a cualquiera, desde sus “archienemigos” hasta los lacayos más incondicionales de Estados Unidos.

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Y hay razones de sobra para estar preocupados. Veamos: más que un discurso de esperanza, sus primeras palabras han sido para lanzar amenazas contra aliados y enemigos, sean estos reales o imaginarios.
Propone deportar a 12 millones de inmigrantes, que más que nada representan mano de obra que hacen importantes aportes a la economía estadounidense.

Una de sus primeras medidas fue revocar la resolución que sacaba a Cuba de la lista de países promotores del terrorismo, un absurdo y un abuso.

El emperador Trump también amenaza con retomar por la fuerza el canal de Panamá, en franca violación a viejos tratados y la soberanía de ese país.

Habla de tomar por la fuerza Groenlandia y convertir a Canadá en un estado más de Estados Unidos. Puede que no lo haga, pero tan sólo plantearlo ya es un irrespeto y un reflejo de su soberbia.

Promete terminar ya con la guerra en Ucrania y poner fin al conflicto en Gaza, pero no lo hace por humanismo. A él no le importa la muerte de gente inocente en ese territorio. No le molestan los crímenes de Israel y Netanyahu.

Tampoco le importa la muerte de gente inocente en Ucrania. Si decide parar el suministro de armas, misiles y dinero a los gobiernos corruptos de Netanyahu y Zelensky es tan sólo por razones meramente económicas.

Y lo peor de todo es su posición avasallante contra los derechos de los sectores más vulnerables como los migrantes, la comunidad LGBTQ, la actitud negacionista frente al cambio climático y su desprecio frente a los derechos humanos, en sentido general.

Puede que muchos de sus planteamientos sean parte de una estrategia para negociar con ventaja, una forma de distraer la atención. El problema es que nadie está seguro de hasta dónde llegan sus pretensiones.

Es como si se tratara del regreso de Calígula a su trono en Roma, dos mil años después, y volviera a ver fantasmas y potenciales enemigos hasta en su propia sombra, con temor a sus propias hermanas hasta el más servil de sus lacayos, pero sin ver a Casio Querea, el general que finalmente lo apuñaló por la espalda en el mismo coliseo donde solía ofrecer y disfrutar aquellos espectáculos tan sangrientos.

Igual me parece que Trump y el apoyo que aún tiene son la expresión de un imperio que atraviesa por una etapa avanzada de su irreversible decadencia.

Tal como lo advirtió la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, Estados Unidos “no puede solo”, no le conviene pelearse con sus vecinos, ni avasallarlos, por el contrario, le conviene tenerlos de aliados, pero no a la fuerza, sino en una relación ganar-ganar, de lo contario seguirá perdiendo frente a sus competidores en un mundo multipolar.

A la corta y a la larga de nada servirá si aplica o eleva aranceles a los bienes producidos en China, Europa o México.

Todo cambió Mr. Trump, y más le vale respetar a los otros y tratarlos como socios, no como enemigos, pues al amanecer el Sol sale para todos.

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German Marte

Periodista dominicano. Editor www.eldia.com.do. Comentarista de radio y TV.

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