El ejercicio de la gentileza

El ejercicio de la gentileza

El ejercicio de la gentileza

Lady Reyes, editora de Vida y Estilo, periódico El Día.

Desde que empecé a escribir esta columna, la frase “sean amables de manera indiscriminada” ha aparecido al pie de la misma como una manera de recordarme y recordales a los demás que el ejercicio de la amabilidad, más que una pose, es un estilo de vida y que el mismo debe ir más allá de la mera cortesía y la imagen.

Ser amables de manera indiscriminada es asumir que “no tenemos más tacto que el ejercicio de la gentileza”, como bien fuera anunciado por el Oráculo de Sumiyoshi.

Aunque a veces nos pueda detener algún pesar o desconsuelo, nos debemos recordar que siempre podemos ser mejores personas de lo que ya somos y que nuestras acciones pueden tener un efecto dominó en otros, extendiéndose así, cada vez más, las acciones positivas.

Aunque muchas cosas nos causen ruido, confusión e inestabilidad, y otras tantas nos empujen a asumir una pose para agradar a los demás, lo cierto es que todo lo que no es natural en nosotros será visible sin importar cuánto nos esforcemos en ocultarlo.

Recordemos que la gentileza es el “encanto” de la educación, pues el hombre afable queda inolvidable en el recuerdo de los compañeros y aquel gesto de amor es como una simiente de luz, creciendo y prosperando en todos los corazones.

Para muchos hablar de estos temas, en estos tiempos de desapego, sería como arar en el desierto… pero soy de las que piensan que la vida es una escuela para quien desea aprender y no debe faltar nunca, en nuestro contacto con el prójimo, la fuerza benefactora de la gentileza y la amabilidad indiscriminada.



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