El Dotolcito, niño de un youtuber

El Dotolcito, niño de un youtuber

El Dotolcito, niño de un youtuber

Wilfredo Mora

Los maestros, auxiliados por médicos y psicólogos, son los que mejor conocen a estos muchachos de apariencia privilegiada, pero que conviven con otros jóvenes trasnochados de la vida de la calle y de hogares vulnerables, a veces disfuncionales.

Los adultos, de cuando en cuando, miran a estos muchachos precisamente a partir de su grado de instrucción, y su sistema de valores humanos.

Para los padres, ocurre de un modo distinto: sólo quieren ver a su hijo sonriente y diferente, que actúe de un modo superior frente a sus compañeros.

Por más de quince años trabajé en las prisiones del país para ayudar a muchachos y adultos jóvenes de comportamientos irregulares que creyeron, ante que nada, ser sujetos muy normales y triunfadores, en medio de la violencia y de la delincuencia convertida en un problema insoluble, porque ha crecido enormemente en esta generación.

La experiencia obliga a definir la delincuencia como un problema generacional, como una reacción de la personalidad total frente a una situación en la cual una persona ha sido injustamente arrastrado; y esta experiencia, es la que puede mostrar el camino a seguir, además de explicarlo.

Generalmente la juventud se apropia del hábitat del barrio sin reparar en las malas condiciones de vida en que este se encuentra.

Esta situación concurre desgraciadamente con factores negativos muy fuertes, como el paro laboral, el absentismo escolar; pero el discurrir social no impide que haya escuela, ocio, tradición, búsqueda de identidad de los individuos dentro de la comunidad. También coexiste para jóvenes, que sin importar las diferencias expresan sus comportamientos; lo único que se necesita es compartir la misma realidad social.

Para un padre que ve que su hijo va a fracasar en la escuela, en el trabajo, surge inconscientemente la necesidad de auxiliar el bienestar personal de sus hijos por los medios que quizás les resultaron a ellos mismos. No son padres malos, sólo hacen lo que entienden.

El padre de “Chiquito” fue un entusiasta del basketball, como su propio hijo. Padre e hijo se llaman Alyson. Lo sé porque vi crecer a este niño en sus primeros años, y ahora evoco los recuerdos en que lo observé dentro y fuera de su hogar.

El Dotolcito es el niño de un youtuber, es decir, alguien que desea asegurarse reconocimiento y monetizar en una plataforma de contenidos y videos en línea.

¿Cuánta presión, sin ninguna dirección vital, conlleva eso para una personalidad de un niño dominicano de barrio humilde que está en la segunda crisis de desarrollo psicosocial? No conozco a este joven, pero imagino que mucho.

Y lo pueden equiparar a los muchos muchachos con igual edad a la del Dotolcito que residen en la 42 de Capotillo, con padres que están muy cerca de esa locura del YouTube. Es una herramienta que ha hecho enormes daños a la sociedad. Aun así, la generación está con ella.

El medio familiar es trascendental para dar respuestas a la conducta de los “niños con problemas”. El trabajo de los padres es igualmente perturbador, en algunos casos. Conocí a familias enteras encerradas por la comisión de delitos, aunque este sería otro caso muy diferente.

Lamento hacer mención de estos nombres, pero hay que ver estos problemas de desviación social con ojos de patólogos si se es médico, y con ojos de clínicos, si se es psicólogo.

A estos jóvenes les espera una condena larga. Estamos seguros de que van a superarse en muchas de las dificultades del penal. También a los padres les espera compartir con ellos la misma suerte desde el exterior. ¡Oh, humanidad!



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