Cada fin de año, el doble sueldo se convierte en un tema de conversación recurrente en los hogares dominicanos.
Este ingreso extraordinario, fruto de la legislación laboral, abre un dilema práctico y ético: ¿conviene ahorrar gran parte de ese dinero o aprovecharlo para gastar de manera inteligente? La respuesta no es única, pero sí requiere reflexión.
Ahorrar mucho tiene ventajas evidentes. En un contexto económico marcado por la inflación y la incertidumbre, destinar el doble sueldo al ahorro puede convertirse en un escudo contra imprevistos. Un fondo de emergencia, por ejemplo, permite enfrentar gastos médicos, reparaciones del hogar o períodos de desempleo sin caer en deudas.
Además, ahorrar es una forma de proyectar estabilidad y disciplina financiera, cualidades que fortalecen la seguridad familiar y la tranquilidad personal.
Sin embargo, gastar bien también tiene sentido. El doble sueldo llega en una época de celebraciones y necesidades acumuladas.
Usarlo para saldar deudas pendientes, invertir en educación, mejorar el hogar o incluso disfrutar de experiencias significativas con la familia puede ser una manera responsable de gastar. “Gastar bien” no significa despilfarrar, sino asignar recursos a aquello que genera valor duradero: salud, formación, convivencia y bienestar.
El verdadero debate no es entre ahorrar o gastar, sino entre hacerlo de manera consciente o dejarse llevar por la inercia del consumo.
Una estrategia equilibrada podría ser dividir el doble sueldo en tres partes: una destinada al ahorro, otra al pago de compromisos y una tercera para disfrute responsable. De esta forma, se combina la previsión con la satisfacción inmediata, evitando tanto la rigidez excesiva como el derroche.
En definitiva, el doble sueldo es una oportunidad para practicar la planificación financiera y reafirmar prioridades. Ahorrar mucho puede ser prudente, gastar bien puede ser necesario, pero lo esencial es que cada decisión refleje un proyecto de vida coherente.
El dinero, al fin y al cabo, es un medio para alcanzar seguridad y bienestar, no un fin en sí mismo.
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Antonio Ciriaco Cruz
Dr. Antonio Ciriaco Cruz, economista. Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UASD. Columnista de El Día.