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SANTO DOMINGO.-Que un proyecto se convierta en ley es la aspiración de todo legislador pero en la práctica, lograr ese cometido puede tardar varios años y muchas veces simplemente ser desechado en el cajón sin fondo de la mora legislativa.
No importa que se trate de temas simples o de cuestiones complejas, el proponente deberá esforzarse al máximo en la búsqueda del consenso que le permita la aprobación, viéndose a veces obligado a renunciar a partes del mismo con tal de lograr algo de la idea inicial.
