Gastar más de 18 millones de pesos en un stand para ser usado en la Feria del Libro, que durará menos de dos semanas, es una insensatez más grande que el faro a Colón, una aberración que no se le permite ni a un analfabeto, a un mal administrador, y mucho menos al Ministerio de Educación.
Es cierto que el dominicano se ha acostumbrado a que los gobiernos hagan todo tipo de disparates, a que sobrevalúen las obras, pero “lo demasiado hasta Dios lo ve”, decía mi mamá.
También es cierto que esta no es la primera insensatez de este tipo; Melanio invirtió una millonada para mandarse a hacer un ascensor privado y en imprimir libros inservibles… y ya ni se habla de eso, pero caramba!
Sin embargo, la verdad es que no ha sido Educación la única institución que se da el lujo de malgastar millones y millones de pesos. De hecho, la feria del libro, la más importante fiesta cultural del país, ha devenido en un escenario donde dependencias del Estado compiten para ver cuál tiene más capacidad de derrochar dinero, sobre todo a partir de que se declaró como Internacional –aunque proporcionalmente se venden menos libros.
En contraste, los verdaderos libreros y las editoras tienen solo lo básico, sin ostentación, ahí están la UASD, Infotep, por ejemplo.
Es una pena que en lugar de estar hablando del libro más vendido, estemos hablando de esta pendejada.
En lugar de gastar tanto dinero para satisfacer el ego de tal o cual funcionario, se debió invertir en la edición de obras clásicas, de autores dominicanos, para que lleguen a más lectores, especialmente a los estudiantes.
Pero eso no pasa por la mente de los que mandan en el ministerio, parece que allí hay una diarrea de recursos y un estreñimiento de prudencia, y demasiadas ganas de sobresalir. ¡Agentao!