El deseo de querer ser militar lo condujo a convertirse en médico

El deseo de querer ser militar lo condujo a convertirse en médico

El deseo de querer  ser militar lo condujo a convertirse en  médico

Invitados al coloquios del periódico el Dia,el doctor José Luis Coronado,director del hospital traumatólogico profesor Juan Bosch/foto de León

Santo Domingo.-En su afán de ser militar, José Luis Coronado García se convirtió en médico anestesiólogo. Haber nacido en un barrio pobre de la provincia de La Vega no le impidió luchar por su sueño, el de entrar al Ejército Nacional.

Fue alfabetizado en una escuelita que no exigía ningún requisito, excepto el de querer aprender. Con la salvedad de que allí todos los años estaría en el mismo curso. A la edad de nueve años le pide a su padre Porfirio Coronado Ciprián que le reconociera pues quería seguir avanzando en sus estudios.

“Me inscribieron en la escuela a esa edad, porque josefina García, mi mamá, no tenía cédula y mi papá no se vio motivado por sacarme el acta de nacimiento, hasta que se lo pedí porque quería seguir estudiando”, narra Coronado García.

A los 17 años deseaba entrar al Ejército Nacional pero su padre no estaba de acuerdo, así que le prometió que cuando concluyera el bachillerato él lo llevaría a la academia a través de un compañero de trabajo en Foresta, dependencia del Ministerio de Medio Ambiente, el mismo lugar en el que trabajaba.

Lamentablemente, Coronado Ciprián falleció antes de que el terminara la educación media y siendo el mayor de los tres hijos se vio en la obligación de tomar el timón de la familia.

“Recuerdo que hasta los 21 no había trabajado. Solo me dedicaba a estudiar. Terminé el bachillerato y tuve que empezar a trabajar como bombero o despachador de gasolina, que quedaba donde yo vivía.

Todos los días, desde las cinco de la tarde hasta la seis de la mañana, es decir, amanecía y tenía un día libre”, narra.

Cuando logré terminar el cuarto de bachillerato, exclama: ¡Dios y cómo se va a cumplir mi sueño de ser guardia!”

A pesar de haber conversado con algunas personas para entrar a la academia su realidad era otra ya que tenía que ayudar a su madre.

Cuenta que cuando nació en el 1971, en el sector donde vivía, se le conocía como Villa Tilapia, “cuando alguna persona de mi barrio viajaba a los Estados Unidos y le preguntaban en dónde tu vives ellos respondían, en Villa Pescado”. Hoy esa comunidad se conoce como Villa San Martín.

En su afán por ser militar siguió investigando y varias personas le dijeron que los médicos son los que las Fuerzas Armadas aceptan de una vez y le dan el título de oficial, “Ahí viene la decisión de estudiar medicina con el propósito de entrar a las Fuerzas Armadas. Así que me enfoqué en eso”.

Empezó a estudiar la carrera en la Universidad Católica Tecnológica del Cibao.

“Llegó un momento en que no puedo seguir trabajando en la bomba y con la universidad. La gente me decía que sí yo estaba loco, que con quien yo contaba, que como yo iba a estudiar Medicina, que eso era una carrera de gente rica y no de pobre.

Que yo no contaba con un padre que me pudiera ayudar”, dice, acongojado. Al mismo tiempo se le ilumina la cara y dice orgulloso, “pero si contaba con mi madre, una persona que aunque no es profesional y solo estaba alfabetizada, me dio todo el apoyo”.

Se detiene unos minutos, sonríe y cuenta que un día un grupo de compañeras de la universidad le fueron a visitar a su casa pero antes de llegar allá se encontraron con él lavando un camión del ayuntamiento.

“Ya se podrán imaginar. Un camión del cabildo lleno de gusanos, con todos los olores pestilentes. Yo estaba en pantaloncitos cortos.

Lleno de grasa y todo sucio. Se supone que una persona que estudia Medicina no lo deberían encontrar en esas condiciones, y tocó la coincidencia que no me pude esconder”, concluye en tono jocoso su anécdota. Agrega que luego de graduarse se postulo para hacer su especialidad.

Esto le permitió elegir entre cinco hospitales para hacer la residencia. Así que optó por el hospital Ramón de Lara de la Fuerza Área Dominicana. Allí fue donde Coronado García reflexiona y decide pasar al hospital Salvador B. Gautier donde se formó como anestesiólogo y retornó a su natal provincia de La Vega Real.