El derecho a decepcionarse

El derecho a decepcionarse

El derecho a decepcionarse

Hace tres años un reputado hombre de béisbol me dijo que un médico dominicano con carrera en Estados Unidos había manejado los resultados positivos de una prueba antidopaje de Robinson Canó, pero el paso del tiempo desmintió la especie (?).

Es lógico que la población dominicana se sienta apesadumbrada (triste, afligida y disgustada) cuando uno de sus ídolos incurre en una falta tan absurda para luego querer resolverla con una disculpa prefabricada.

El país decidió adoptar a Canó como héroe deportivo tras la extrarordinaria participación que llevó al equipo local a coronarse de manera invicta (8-0) en el Clásico Mundial de Béisbol 2013.

Y pudo haber sido peor si se toma en rigor la lógica de que el evento encuentra a Canó en lista de «inhabilitados» (DL) por 60 días.

Imagínense que la recuperación de Canó vaya más allá del 15 de agosto que es la fecha cuando se cumplen los 80 juegos de suspensión. ¿Cuál habría sido la sanción? ¿Los 12 millones? Eso solo importa a Canó.

También incurrió en falta cuando consume furosemide en interés de «enmascarar» la verdadera sustancia para aumentar el rendimiento.

Entiendo que Canó no debe ser crucificado, pero hay que hacerle ver que la población toda, no sólo la deportiva, está decepcionada.



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