El Ministerio de Deportes ha sido, históricamente, una de las grandes víctimas al momento de elaborar y aprobar el presupuesto nacional.
Desde hace unos 10 años, contrario a la mayoría de las instituciones, muchas con menor incidencia en la sociedad, Deportes ha sido “maltratado”.
Nadie protesta, porque esa situación se da por el trabajo ineficiente de las entidades que reciben fondos de ese ministerio.
El crecimiento demográfico del país es uno de los más elevados de la región, lo que automáticamente lleva a suponer que cada día se integran más niños y jóvenes a la práctica de los deportes. Ante esta situación se presentan tres posibilidades: que incumpla con sus obligaciones básicas, que recorte los presupuestos, o que haga “magia” para “multiplicar los panes”.
Hace unos años se sentía la voz disidente de dirigentes que reclamaban un mejor tratamiento a la institución y por ende a sus federaciones, sin embargo, esas voces desaparecieron como por arte de magia.
El presupuesto actual es de 2,402 millones, y para el 2018 se solicitaron 2 mil 900 millones, es decir, 500 más.
Ojalá que en el Congreso Nacional, no se le ocurra a un gracioso que desconoce el papel del deporte, dejarlo igual o reducirlo.