Hace muchos años se escucha el mismo trinar: el deporte dominicano está obligado a renovarse. Sin embargo, eso se queda en deseos.
La realidad es que el desarrollo del deporte dominicano, en la mayoría de los casos, no alcanza los niveles esperados, por estar manejado, durante muchos años, por dirigentes que ya dieron lo que tenían para dar.
Al pasar balance a los presidentes de las federaciones deportivas nos damos cuenta que muchos tienen más de 20 años al frente de las mismas, creando estructuras que les permitirá mantenerse, por el tiempo que deseen.
Para mejorar eso, las autoridades dominicanas deben acogerse a la decisión de la Federación Internacional de Atletismo Aficionado (IAAF), que emitió un reglamento denominado “Tiempo de Cambio”, creado por el británico Sebastián Coe, que va contra la duración indefinida de dirigentes en la cima de las federaciones.
Por esa razón, la Federación Dominicana de Atletismo recientemente se vio obligada a realizar elecciones en las que el presidente Geraldo Suero Correa no podía reelegirse.
En ese escrutinio resultó ganador Alexis Peguero, quien será juramentado el próximo sábado en la pista de atletismo Félix Sánchez, del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.
Si el país no se acoge a la decisión que tomó la IAAF seguiremos viendo desarrollarse un fenómeno muy particular, y es que tenemos más federaciones deportivas que la mayoría de los países del área, incluyendo Estados Unidos, donde todas las modalidades de artes marciales están concentradas en una sola; sin embargo, aquí están divididas en las federaciones de Karate, Taekwondo, Judo, Sumo, Sambo y Wushu, y cada una con el manejo de presupuestos económicos del Estado.
Además, existen otras federaciones que sólo funcionan aquí, como las de Clubes, Arte y Cultura y Medicina Deportiva. También se incluyen en la lista federaciones de deportes no tradicionales que tampoco tienen una cantidad significativa de atletas para alcanzar ese grado.
Estamos a tiempo de acogernos al programa “Tiempo de Cambio” de la IAAF para así acabar con la perpetuidad de dirigentes con el control de las federaciones nacionales, que en la mayoría de los casos se mantienen por el manejo “medalaganario” de los recursos del Estado.