El debate electoral, un buen comienzo

El debate electoral, un buen comienzo

El debate electoral, un buen comienzo

Patricia Arache

Fue un buen comienzo, aunque no perfecto. Se trata de la primera vez en la que un presidente de la República, elegido constitucionalmente y que aspira a mantenerse en el poder para un segundo mandato, acepta debatir con sus colegas candidatos, sin pretender reducirlos por la supuesta baja popularidad que tengan en el momento o por la falta de conceptualización que pudieran evidenciar.

Desde hacía mucho tiempo, distintas instancias de la sociedad civil, fundamentalmente, la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios, como promotores, luchaban por lograr lo que el pasado miércoles, 24 de abril, congregó la atención de miles de ciudadanos que se apostaron frente a sus televisores o plataformas digitales para ver el anhelado debate presidencial.

Luis Rodolfo Abinader Corona se lleva los lauros, toda vez que la resistencia a que se produjera el debate solía incubarse en el ámbito del candidato a la reelección, por tanto, presidente de turno, que entendía que sus potenciales contrincantes no estaban a su altura.

En las elecciones del 2016, ganadas con un 62 % por Danilo Medina, quien optó por la reelección para un segundo período, hubo un debate presidencial, pero sin el gobernante, con la participación de siete candidatos, incluido el hoy mandatario de la nación, Luis Abinader Corona que, en aquel entonces, asumía por primera vez la candidatura presidencial, con la que obtuvo el 35 % del favor de los votantes.

Acaba ahora de abrirse un camino que difícilmente pueda ser interrumpido, a partir de este debate entre el presidente (2020-2024) y candidato a la reelección (2024-2024), Abinader Corona; el tres veces presidente de la República, Leonel Fernández Reyna (1996-2000; 2004-2008; 2008-2012) y el bisoño en las lides presidenciales, diputado durante 14 años (2002-2016), siendo el presidente de esa cámara legislativa (2010-2016) y alcalde de Santiago por ocho años (2016-2024), Abel Martínez Durán.

A partir de ahora, toca enderezar entuertos y fortalecer esa estrategia del debate que, sin dudas, le pone una fresa nueva y fresca al pastel del proceso electoral que, a juicio de algunos, comenzaba a dar la impresión de que pronto tendría fecha de expiración.

El debate entre las candidatas vicepresidenciales, actual incumbente del puesto, Raquel Peña (2020-2024), postulante nuevamente para el período (2024-2028), la exviceministra de la Presidencia, Zoraima Cuello y la abogada, Ingrid Mendoza, viuda del fenecido dirigente político Reynaldo Pared Pérez, resultó revelador del poder político que poco a poco y paso a paso van asumiendo las mujeres.

No muchos países del mundo, ni siquiera los más desarrollados, pueden exhibir tres mujeres en boletas electorales competitivas, con aspiraciones a puestos tan de primerísima línea para la toma de decisiones, lo es como la vicepresidencia de la República.

Con ellas, fluidas y formadas, tuve mis dudas respecto a si se trataba de un debate o de un examen con respuestas de opción múltiple y el tiempo en contra. Eso no me gustó. Por lo demás, verlas presentándose juntas y dispuestas, aunque con la limitación citada, fue una experiencia interesante.

El debate presidencial de este año 2024, antecedido por el senatorial y el vicepresidencial, sienta un precedente en la historia política electoral de República Dominicana, por lo cual, tendrá que hablarse del antes y el después de esta actividad, que deberá seguir perfeccionándose como una importante herramienta estratégica para el fortalecimiento de la institucionalidad en el país.

Todo estuvo bien coordinado y, en lo que concierne al debate presidencial, fue tan amigable que el candidato-presidente se dio la libertad de hacer uno que otro chistecito. Las cosas marchan bien hacia el 19 de mayo próximo.
Sin dudas, lo mejor está por venir en materia de debates electorales que, de más en más, tendrá que contar con las innovaciones tecnológicas.