La propia ACD reseña que mañana se van a premiar sólo 15 de 62 nominados en la gala “El Cronista del Año”, el 24 por ciento.
Ello quiere decir que el 76 por ciento de los preseleccionados saldrá con las manos vacías y, la mayoría, “haciendo bembitas”.
Y no están incluidos los que ya echaron pestes porque consideraban que debieron estar en la lista de los nombrados.
“El Cronista del Año” es para miembros de la ACD que estén al día con sus obligaciones (pago de cuotas, asistencia a las asambleas, participación en los procesos electorales, en los actos sociales, entre otros), pero muchos sólo recuerdan la institución en momentos convenientes. Si me premian la ACD es buena, en caso contrario es una pila de aquello.
Antes sólo se premiaban cuatro renglones (prensa, televisión, radio y fotografía) y el actual grupo directivo lo amplió y le separó de la premiación de los atletas.
¡Bien pero mal! La buena intención no ha cumplido con los objetivos. No hay beneficios sociales, es una carga económica, contrario a otras premiaciones, muchos miembros se pelean con la institución y entre ellos, la directiva se siente acosada.
Desde mi óptica el balance no es favorable, sólo promueve la vanidad (me incluyo), el morbo, el saludo del Presidente, y por ello considero que debe ser sometida a una nueva revisión.
Cuando presidí la ACD (1992-96) el grupo que me acompañó decidió que los directivos no optaran por premios y ello se mantiene. En las aulas siempre me dijeron que el periodista no debe ser parte de la noticia, de todas formas siempre me sentiré convocado por la ACD, creo en la institución, los hombres son los que llegan y se van. ¡Allá nos vemos!