Desde el año pasado los cantos de sirenas en torno a la reelección presidencial del presidente Luis Abinader por parte de dirigentes de su partido no paran, de hecho, en varias ciudades del país se han realizado eventos masivos con presencia de la alta dirigencia del Partido Revolucionario Moderno (PRM) promoviendo ‘’4 años más’’; también algunos movimientos en el sector salud, educación, juventud, entre otros, se activan.
En efecto, en su comparecencia ante la asamblea nacional el 27 de febrero, su discurso tenía matices reeleccionistas y en la propia rendición de cuentas llegaron a vociferar en varias ocasiones ‘’4 años más’’. Debemos resaltar que el presidente no está impedido constitucionalmente para optar por un segundo período, pues el artículo 124 de la constitución lo habilita.
En el contexto nuestro y los esfuerzos realizados por el propio presidente Abinader sobre los actos de corrupción y la impunidad, cabe preguntar ¿Estaría dispuesto el ciudadano presidente a pagar el costo de la reelección? Pues al entrar en la etapa casi final de su mandato muchos funcionarios se pueden pasar de ‘’contentos’’ y hacer un uso indebido de los recursos del Estado.
Las prácticas utilizadas históricamente así lo demuestran, se pierde la diferencia entre gobierno y partido, aunque el presidente ha puesto como garantía en su gestión la honestidad que es una característica de su familia, en torno a un grupo de funcionarios no se puede asegurar lo mismo.
Si el presidente decide ir a la reelección tendrá que tener en cuenta el impacto institucional, social y económico; además de permitirle, a sus funcionarios y partido, todo tipo de práctica para mantenerse en el poder y esto será una disyuntiva que deberá afrontar Abinader.
La institucionalidad y la democracia van más allá de votar cada 4 años, la reelección lo destruye todo y la moral pública rueda por el suelo; el presidente debe escoger entre el valor de la honestidad y el costo de la reelección.