Lima.- Una acusación constitucional que avanza en el Congreso, un nuevo ministro censurado y una rotura fulminante con el partido que lo llevó al poder.
Este es el saldo de una semana que dejó al presidente peruano, Pedro Castillo, con menos oxígeno para subsistir a la cada vez más asfixiante maquinaria opositora.
El desgaste legislativo tocó techo el jueves pasado cuando la Comisión de Fiscalización aprobó, en una votación tan veloz como caótica, un informe que acusa a Castillo de dirigir una presunta red criminal.
El expediente, que plantea acusar constitucionalmente al jefe de Estado por los delitos de organización criminal, negociación incompatible y aprovechamiento indebido del cargo, será votado en los próximos días por el Legislativo y, con los votos a favor de la oposición.