Que el voleibol femenino dominicano esté entre los 10 mejores del mundo, es sencillamente un acontecimiento de primer orden, y más en una sociedad donde muchos valores fundamentales se están yendo a pique.
En ese sentido hay que destacar la labor de Cristóbal Marte, que, le guste o no a muchos, se ha fajado en cuerpo y alma para afianzar ese proyecto en todos los niveles.
No es solo llegar, sino saber mantenerse en una posición cimera, lo que requiere de esfuerzos de equipo.
Los dominicanos están acostumbrados a que el voleibol femenino esté entre los primeros, lo que si llama la atención es que aunque se esté hoy en el puesto 10, antes se había escalado al lugar ocho, y en vez de avanzar ha habido una especie de “estancamiento”.
Quienes se oponen a esa opinión alegan que no se puede pedir más, porque encima del país solo están las grandes potencias, lo cual constituye un conformismo inaceptable.
Con el trabajo que se ha venido realizando, no hay duda que debimos estar en mejor posición en las clasificaciones.
¿Qué significa estancamiento?: “es la suspensión o interrupción de un proceso”, en el caso que nos ocupa, del crecimiento del voleibol femenino.
Reitero que se está en una muy buena posición, pero no se puede ser conformista ni adoptar la resignación como escudo, se debe luchar por alcanzar otros estadios superiores.
Que nadie se llame a engaños, si se trabaja con ahínco y se invierten los recursos necesarios, el voleibol y cualquier otro deporte puede poner “el cielo como límite”.
En la producción de peloteros está demostrado que “cuando se quiere se puede”.