Los chicharrones de la Cayetano Germosén atraen a la gente por el sabor, además están al lado de un colmadón y cerca del Parque Mirador. ELIESER TAPIA
SANTO DOMINGO.-Los crujientes chicharrones, mezclados con entresijos, morcillas, tripitas, bofe, asaduras y orejitas de cerdos, que por décadas fueron una tradición en Villa Mella, cambiaron de lugar y se mudaron de forma al Distrito Nacional.
Con la modalidad de “chicharrones light”, diversos negocios acaparan a ese público que se da cita, entre otros puntos, en la avenida Independencia con Esther Rosario; la Caonabo casi esquina Enriquillo; en el sector La Julia, y en El Café de Herrera y la avenida Cayetano Germosén de El Pedregal, uno de los puntos donde los clientes hasta toman turno para comprar su “combo”.
Tanto los fogones, como las mesas en hileras que parecían una feria, han desaparecido casi por completo de la avenida Hermanas Mirabal, en el municipio Santo Domingo Norte. Allí se ofertaban estas frituras acompañadas de yuca, batata , guineítos y cazabe.
Historia
Esa dinámica comercial, que data del siglo XVII, fue traída originalmente a Villa Mella por asentamientos de cocolos africanos que llegaron allí, según Leonidas Suero, director de Patrimonio Histórico Cultural del Ayuntamiento Santo Domingo Norte.
“Hace un tiempo se hizo un levantamiento y se contabilizaron 120 chicharroneros, pero se han reducido a unos cuarenta, incluyendo los que fabrican y mandan a venderlos por pedazos a otros lugares del Gran Santo Domingo”, dijo. Agregó que busca rescatar la tradición a través de una plaza propuesta en la gestión de Jesús Féliz, pero que por “intereses” se desvaneció en el tiempo.
“Nadie quiere calor”
La actividad, que parecía muy lucrativa, fue traspasada por sus antecesores a una generación que ya no quiere “coger calor ni madrugar” para ganarse el sustento.
En su defecto, han creado allí puestos de pica pollo, ropas de pacas, importadoras, talleres de mecánica, mueblerías y colmados. Los escasos puntos de chicharrones lucen solitarios y lo comercializan a RD$250 la libra de carne.
“Una de las razones por las que se han esfumado los chicharrones es que nunca tuvieron apoyo cultural gastronómico, si usted va a Samaná encuentra pescado; en San Juan el chenchén, pero en Villa Mella ya no hay cerdo y está muy caro”, reflexionó Máximo Amarante, en El Edén.
ris Zorrilla, del sector Carlos Álvarez, atribuyó la pérdida de esa cultura a que esa dinámica es muy laboriosa, implica ir a diario al mercado, picar, sazonar y hervir esa carne y además toma horas la cocción. “Nadie quiere coger lucha ni calor.
La mayoría de los que trabajaban este oficio han emigrado a España, y otros lo toman de ‘hobby’ en ferias”, opinó Olga Genaro, en Santa Cruz, quien lleva 30 años en el negocio y no quiso revelar el secreto de su sazón. Entre sus condimentos citó la sal, agrio de naranja y ajo.
Nueva versión
Desde hace casi 20 años, Mery Hernández y su esposo, oriundos de San Juan y de San Francisco de Macorís, de donde dice está “la mata del chicharrón”, se instalaron en la Cayetano Germosén y crearon fama por el peculiar sabor que añaden a las “barrigadas” y costillas de cerdo. “Sabíamos de la tradición de la gente y el chicharrón. Pensamos en un negocio y en que la gente le gusta lo prohibido, lo que hace daño”, narró Mery.
La comerciante especificó que venden la libra a RD$330 y lo hacen en estufas industriales, dejando atrás el fogón.
Dada la acogida del público, laboran de 10:00 de la mañana a 11:00 de la noche y ya tienen una sucursal. Además de la carne, a la gente le gusta la batata, “pero con viagra…”, dijo en tono jocoso Rosa Matos, una dependiente, refiriéndose al aderezo que añaden.
“Ellos les ganaron a los villamelleros, además de que no hay que cocinar”, comentó Maritza Rojas, que al igual que Gerson Ramírez dice que la calidad se impone.
Otro que se involucró en el negocio fue José Luis Carrasco, en la Independencia, y encontró por igual en el negocio su fuente de producción, él también le añade “viagra” para darle un toque de sabor a sus chicharrones.
Cantidad de calorías
—1— Daños
Su consumo debe limitarse a un 10 por ciento diario, porque aumentan el colesterol.
—2— Ventajas
Aportan proteínas, colágeno a la piel humana y fijan el calcio en los huesos.
Beneficios y desventajas de su consumo
No es ocioso decir el gran riesgo que corren las personas consumidoras de estos alimentos, donde la higiene brilla por su ausencia en los lugares donde los venden. Ahora bien, qué aporta este desde el punto de vista nutricional: una libra contiene 99 gramos de proteínas, grasas 256.5 gramos y azúcar 2.25 gramos.
Esto significa 2,308.5 calorías, de manera que ese día ha consumido las calorías de un atleta de alta competición.
De todos modos, aportan ácidos grasos saturados que trasladan las vitaminas solubles A, D, E y K en grasas. Son imprescindibles para mejor función del sistema inmunológico.
Demoran la digestión, produciendo la sensación de llenura por largo rato después de comer.