A Pablo González Casanova —miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua, presidente de la Asociación Latinoamericana de Sociología y rector de la Universidad Nacional Autónoma de México—, con el paso de varias décadas, viajes por el mundo e infortunios personales y políticos, nadie lo recuerda en México como el viudo de Natacha Henríquez Lombardo. Tampoco en República Dominicana.
El viudo de Natacha, hija de Pedro Henríquez Ureña, murió de 101 años.
La edad le permitió el gran privilegio de enviudar dos veces.
Murió en Tlalpan, Ciudad de México, el 18 de abril de 2023.
El funeral de Pablo González Casanova se hizo en la sala 10 de los velatorios del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado en Tlalpan. Al velatorio acudieron representantes de la comunidad otomí —quinto pueblo indígena más numeroso del país— y residentes en la Ciudad de México, quienes realizaron una guardia de honor al lado del féretro.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, hizo público un mensaje con relación a su fallecimiento y envió su pésame a familiares y amigos por la muerte del ex rector. A él se refirió como “gran maestro de las ciencias sociales y defensor de la justicia y de la soberanía de los pueblos y naciones”.
Fernando González Henríquez, tras su muerte, recordó a su padre como un hombre “muy disciplinado y organizado”, que a primera hora de la mañana ya estaba leyendo el periódicos y haciendo sonar su máquina de escribir, además de charlar con su nuera y nietos sobre política, educación, economía y literatura.
Y más allá de la rutina y la organización —dice Fernando—, de pronto nos juntaba la música y la poesía. Él me regaló el libro “Platero y yo”, lo leíamos juntos. Además, lo impulsó a leer a los clásicos y rememoró su gusto por la poesía de Pablo Neruda, Jorge Luis Borges y José Martí. Tenía una excelente memoria.
“Hace unos días hablábamos de la inteligencia artificial y me dijo: “¡Qué bárbaro, qué mundo tan maravilloso van a vivir!”. La esperanza de que el futuro era algo mejor nunca lo abandonó”.
Los restos del ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, fueron incinerados el jueves 20 de abril.
En la ciudad de México Natacha se casó —siendo muy joven— con Pablo González Casanova; y por tanto el distinguido sociólogo y profesor universitario se convirtió en yerno de Pedro. El matrimonio tuvo tres hijos: Pablo, Pedro y Fernando; los tres, desde muy jóvenes trabajaron como profesores e investigadores en la Universidad. Además, el maestro de América murió a destiempo y no llegó a conocer los tres nietos.
Los nombres los escogió Natacha, salvo el de Fernando, que llegó a la familia para hacer honor a un hermano muy cercano y apreciado del padre.
No se puede hablar con ligereza sobre Natacha. Y pensar que su único vínculo con la literatura era el nombre de bautizo, el de la heroína de León Tolstoi, en la novela «La guerra y la paz», o porque era la primogénita del humanista y autor de importantes ensayos, Pedro Henríquez Ureña.
Natacha nació el 26 de febrero de 1924 en México, poco antes de que sus padres se trasladaran a vivir a Buenos Aires, Argentina. A la muerte de Pedro, la viuda, en compañía de sus dos hijas, volvió a México.
¿Quién era Pablo González Casanova, el esposo de Natacha? Todo un intelectual en su vida de adulto. Nació en Toluca, Estado de México, 11 de febrero de 1922. Estudió la licenciatura en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México y la maestría en Ciencias Históricas en el Centro de Estudios Históricos en el Colegio de México. En 1950 se doctoró en sociología en la Sorbona de París. Miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua, y fue rector de la Universidad Nacional Autónoma de México. La Unesco lo condecoró en 2003 con el Premio Internacional José Martí, por su defensa de la identidad de los pueblos indígenas de América Latina.
Y dice de él Yuriria Iturriaga —mexicana, antropóloga, dedicada a historia de la alimentación y etnococinera—: don Pablo siempre tuvo un discurso removedor de la conciencia y convincente, junto con una risa inolvidable, aparejada a un atractivo físico que lo hacen todavía, por dentro y por fuera, un hermoso ejemplar del género humano.
En el Colegio de México —dice Luis Hernández Navarro, escritor y periodista mexicano— aprendió a trabajar para pensar, a investigar lo que no sabía, escribir de lo que estuviera seguro y descubrir errores.
Pablo y su esposa Natacha Henríquez Lombardo eran asiduos contertulios, invitados siempre a las comidas, cenas y tertulias del momento. Eran infaltables a las actividades de la intelectualidad mexicana.
En México era normal que usara su nombre de casada —Natacha González Casanova del Valle—, pero de manera esencial era conocida como Natacha Henríquez Lombardo, la primogénita de Pedro Henríquez Ureña.
Pablo González Casanova, luego de una viudez de varios años, se casó de nuevo con Anne Bar-din Blugeot, originaria de Francia. Nació el 21 de agosto de 1944 donde pasó su niñez y juventud, descendía de una familia de refugiados políticos iraníes. Radicada en México desde 1983. Estudió la licenciatura en psicología, con especialidad en psicoanálisis infantil en la Universidad de Nueva York, donde también cursó la maestría en Psicología Clínica; el doctorado lo obtuvo en Cambridge, Inglaterra. Falleció a los 66 años de edad, el 22 de julio de 2010. Sus restos fueron velados en una capilla del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, en avenida San Fernando, Tlalpan; y luego, cremados.
El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) celebró el 11 de febrero de 2022 los 100 años de vida y obra del sociólogo, abogado y politólogo mexicano, Pablo González Casanova; y lo exaltó como digno exponente de las ciencias sociales de Latinoamérica y el Caribe.