El Cardenal: Un ser humano detrás de la sotana

El Cardenal: Un ser humano detrás de la sotana

El Cardenal: Un ser humano detrás de la sotana

Santo Domingo.-Es una de las figuras más controversiales de la escena dominicana.  Con una legión de seguidores y algunos detractores,   Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez ha alimentado su propio mito, convirtiéndose en un paradigma de la fe y el poder en un país mayoritariamente católico y politizado.

Desde hace más de  10  años no concedía entrevistas y posiblemente nunca antes se haya mostrado como ahora.

Nos espera en su oficina, dispuesto para una conversación que durará más de dos horas y que irá desde lo divino hasta lo terrenal.

Más allá de la sotana y el personaje de culto, hablamos de su fascinación por las redes sociales,  su devoción por las Águilas Cibaeñas y sus rutinas.

“Qué quiere saber usted de mí”, es lo primero que nos dice y así comienza la conversación.

Para muchos la figura del Arzobispo de Santo Domingo ha sido punto de referencia,  su obra pastoral va dirigida a los creyentes, pero afirma no descuidar su diálogo constante con los no creyentes.

Su conocimiento de la sociedad dominicana actual le permite afirmar que la educación debe ser una de las prioridades nacionales y así se lo ha planteado al  presidente Danilo Medina. También le ha pedido que se centre en la lucha contra la pobreza y que se den pasos contundentes para elevar los servicios de salud.

“Da pena ver a todos esos  envejecientes bajo la inclemencia del sol, parados en los semáforos pidiendo unos pesos para sobrevivir.

Igual tristeza provoca la gran cantidad de personas con enfermedades mentales que aparecen cada día en las calles, muchas de ellas podrían estar sanas si recibieran atenciones, pues son gentes presionadas por la angustia del momento y solo necesitan de un profesional de la salud que los oriente”, dice el prelado con una tristeza que asoma a su rostro.

Para él, la violencia contra la mujer tiene también un factor económico. Plantea que muchas mujeres deciden seguir viviendo con la pareja que las maltrata por un plato de comida y que la situación de las abusadas es más grave cuando tienen hijos. Insiste que a ese problema hay que buscarle una solución en sus raíces para erradicarlo.

A los 14 años tomó la decisión de ser sacerdote y dice estar satisfecho con lo que ha hecho hasta ahora.

“No he buscado ninguno de los cargos que me han dado”. Trabajó 17 años  en La Vega,  hasta que  Pablo VI   lo ordenó como Obispo y lo designó en San Francisco de Macorís,  y más adelante  Juan Pablo II lo nombró  Arzobispo de Santo Domingo. “Aquí llevo 31 años, ya estoy tranquilo”.

Su vida

¿Practica algún deporte?

De joven me  gustaba el basquetbol y el  béisbol, me declaro aguilucho mil por mil, y  desde chiquitito. Ahora me levanto a las cinco de la mañana a caminar una hora, eso no falla, es todos los días.

¿Cuál es su agenda diaria?

Tengo dos programas de televisión, dos de radio, actividades todo el tiempo, visito parroquias, estoy atento a que se ayude  a los jóvenes de escasos recursos que quieren ir a la universidad y no pueden.

Junto a Hogares Crea ayudo a un grupo de jóvenes que está metido en las drogas.

Me involucro mucho en las obras de bien social en la Plaza de la Salud, en donde hemos operado gratis a cientos de niños de escasos recursos.

¿Ha escrito poemas?

No, nunca, y vengo de una familia de poetas. Tengo varios hermanos poetas, pero a mí  no me dio por la poesía, pero si me pusiera en eso, quizás sacara algunas cosas.

¿Qué come el Cardenal?

Tengo una dieta controlada. Desayuno frutas y cereales con leche descremada. En el almuerzo consumo pescado o carnes blancas, vegetales y más frutas y en la cena algo ligero. Necesito estar en condiciones, por mi salud. ¿Tú te imaginas que uno empiece a comer mondongo y todas esas cosas fritas?

¿No come usted fritura?

Jajajaja, no. Eso quedó en el pasado, eso es historia y ya ni la echo de menos. Hay que cuidar la salud.

¿Usted sabe cocinar?

No, para nada, el que se pone a mi lado esperando comida se muere de hambre. No sé ni hervir un huevo, pero tengo gente a mi lado que me cocina y a la que le estoy muy agradecido. Yo sé agradecer.

¿Va usted  al supermercado?

Nunca he pisado un supermercado en este país, nunca. Lo hice una vez y fue en Estados Unidos, donde fui a visitar a mi hermana.

Pero ahora ya no viajo, porque no me voy a someter a todas esas cosas que le hacen a las personas en los aeropuertos. La última vez le dije que no me traten como delincuente.

¿Tiene fortuna el Cardenal?

Para nada, no  tengo fortuna, jamás he acumulado dinero, para mí no es importante. Yo  busco dinero, pero no para mí. Si hubiese querido tener “cuartos” me meto a otra cosa, me hubiese entrado a otra profesión. Solo tengo el dinero que se necesita para vivir. Tengo una cuenta para los estudiantes pobres. En ellos  se gastan mas de 50 mil pesos mensuales. A los que me dan, les digo gracias, y les advierto que eso  es para los pobres.

¿Tiene usted amigos?

Tengo amigos de mi infancia, con los que me junto en La Vega y hablamos mucho de nosotros. Desde mi posición se puede tener buenos amigos.

¿Qué tan conectado a la tecnología está el Cardenal?

Mucho. Ahora que hago el programa de televisión con jóvenes, he tenido que entrar a ese mundo, y es muy divertido, me río mucho cuando los muchachos me dicen: ‘Cardenal vamos a guglear’, y yo me digo: “Ay, si la Real Academia me escucha con estas palabras”.

¿Tiene Twitter el Cardenal?

Sí, es @CardenalLopez. Pero además tengo mi correo de gmail, jajajaja.

¿Porqué llora el Cardenal?

Lloré cuando murió mi madre y mi padre, y cuando murió mi hermano, que fue un muchacho muy sufrido. Eso partió mi corazón.

¿Un defecto que reconoce?

Mal carácter, pero eso lo heredé de la familia Rodríguez, los López son muy  nobles y buena gente.

¿Tres deseos para el país

Potenciar la educación y la salud y trabajar contra la violencia y la pobreza.

¿Un mensaje de esperanza?

La esperanza es una virtud, el que tiene fe sabe esperar, el que no tiene fe  se desespera. Fe, esperanza y caridad están unidas, hay que pedírselas a Dios.

Si tengo fe confío en la superación, en que se prosperará y triunfará. Dios es amor y caridad.

Una breve historia

Con la ternura y emoción que provoca recordar sus inicios en el sacerdocio, este hombre enigmático revela que a los 14 años decidió entrar a un seminario: “Mis padres me apoyaron, vine a Santo Domingo y en un solo lugar pasé once años de mi vida, en cuatro paredes, en donde solo leía. Ahí me convertí en un gran orador”.