El caos y las crisis, son una cadena de eventos

El caos y las crisis, son una cadena de eventos

El caos y las crisis, son una cadena de eventos

Rafael Ramírez Ferreira

 

Porque:… “Nadie se ha perdido en

Un camino recto”

 

Todo lo que imagines pueda

Suceder durante una crisis,

Multiplícalo por mil y, no

Tendrás sorpresas.

Nada sucede porque sí. El hastío ante el abuso; la reacción brutal ante el desprecio por el derecho de los demás; la brutalidad y la prepotencia de las autoridades ante quienes están llamados a defender y proteger; la desidia por preferir el bienestar particular y no el de aquellos quienes le dieron la posición y la autoridad para ejercer el monopolito de la violencia, a fin de crear un estado seguro de convivencia entre los ciudadanos, esto, no es producto de un solo acto, es la suma de muchas deficiencias e inobservancia, las cuales llevan a las desgracias y los mea culpa.

El día a día es permitir que cosas casi imposibles de creer nos agobien y nos hagan maldecir hasta el alba más hermosa, sólo por el hecho de pasar de vivir en una ciudad, a una salvaje y brutal selva. Nos cansamos de observar y  tomar medidas hasta donde los recursos legales nos lo permiten pero, de nada valen, no  podemos luchar solos contra los problemas, sin el apoyo de quienes están llamados apoyarnos. Sí, hablamos de esos carentes de voluntades, de esas autoridades electas o designadas por los electos, porque al parecer no existen o les importa un carajo lo que nos suceda como gente supuestamente civilizada y que convivimos en un mismo pedazo de tierra.

¿Poner ejemplos? ¡Qué va, para qué! Pero, aun así, para complacer una parte de esta sociedad, vamos hablar de lo que acontece en la Calle Francisco Prats Ramírez –como en tantas otras-, de una sola vía desde la Calle Privada hasta la avenida ¿Winston Churchill?, ¡No sé por qué se llama así!, quizás por nuestra condición de seguir creyendo que todos somos Guacaraganix. Pues bien, esta calle fue, hasta hace pocos meses y sin que autoridad alguna dispusiera lo contrario, de una sola vía Oeste-Este, pero, comenzaron a construir condominios y nadie le da vuelta a ninguna cuadra o manzana para llegar o salir correctamente de su hogar.

Claro, es compresible, en vía contraria es más rápido y si los “delivery” lo hacen, porqué ellos no. En fin, han convertido la calle en un trayecto muy peligroso dentro de una jungla. El entaponamiento, desde La Privada hasta la Núñez de Cáceres es de espanto, en tanto los “Amemaos”, apostados y que circulan en sus motos por la vía, hacen lo mismo que todo el mundo, tienen autoridad para resolver pero no la usan, tienen ojos para ver pero, más, nada observan, hacen mutis y “contribuyen, como buenas autoridades” a proporcionar su parte, del  más del 50%, en el caos vehicular.

Pero, quizás nada más nos reste tener la suficiente paciencia y dejar que el tiempo pase, que la crisis continúe hasta que explote y el mismo caos trace las graves medidas que puedan poner el orden en este absurdo patio selvático. Constituyendo lo más doloroso, que aquello que le sale más caro al país, es lo que menos nos beneficia, lo que nos produce los mayores dolores de cabeza, los mayores escándalos, las más grandes pérdidas en todos los sentidos imaginables,  además, de saber que tendremos por siempre que vivir con ellos, lo constituye la claque política y más, si son funcionarios.

Claro está, guardando siempre sus ligeras excepciones, pero que por igual se ven mutilados en su buen accionar, como sucedió con el actual Ministro de Educación y próximo pasado Canciller, que tuvo que galopar como los buenos caballos de carrera, cuando el jinete, por intereses espurios, en vez de soltarle las riendas, le rompe la boca debido a la fuerza que ejerce para mantenerlo frenado. Más claro, ni el agua de un naciente riachuelo.

Para finalizar, como enunciado de libro, recordar otra vez y, que nadie se olvide, lo puesto en labios de Maquiavelo: “El arte de la precaución, para que no ocurra ningún contratiempo en el presente; prever los contratiempos del futuro y sobre todo…evitarlos”. Asínomás. ¡Si señor!



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