En días recientes he tenido la oportunidad de interactuar con varios grupos sociales diferentes y donde usualmente las conversaciones giran en torno a temas económicos y empresariales.
Sin embargo, para mi sorpresa el punto común entre las diferentes conversaciones ha sido una percepción generalizada de que el caos nos está arropando.
La primera y más evidente muestra de tal percepción lo vivimos a diario en el tráfico. Las motocicletas, especialmente las denominadas “delivery” se han apoderado de las calles y aceras en un hago lo que me da la gana, sin respeto alguno de las leyes y normas.
Encontrarse de frente en vía contraria con un motorista o tener que salir espantado de la acera se ha hecho norma, inclusive en las propias narices de las autoridades quienes contemplan el espectáculo sin inmutarse.
Frente a esta impunidad, los conductores de vehículos también imitan estas prácticas, poniendo en peligro no tan solo sus vidas sino igualmente la de los demás que transitan por la vía pública. Se ha creado la idea de que ni la policía o las oficinas con responsabilidad por el cumplimento de la ley les importa este caos diario en las calles de las metrópolis.
Otro síntoma es lo que se observa en las escuelas, donde a los maestros parece que les importa más sus beneficios que la capacitación para cumplir mejor sus roles de educadores. Pleitos, irrespeto, falta de autoridad y conflictos se han convertido en la norma.
Un tema constante es la banalidad que se ha apoderado de redes sociales y otros medios de comunicación como la radio y la televisión. La lectura se va dejando a un lado ya que, al ignorante, analfabeto funcional o haragán, le impresiona más lo audiovisual que las letras escritas.
Bajo el refugio de lo urbano y popular es cada día más común chabacanería, groserías, malas palabras e imágenes como atractivos atrayentes.
Vale la pena detenernos en nuestros afanes de carácter económico y empresariales y meditar que podemos hacer para revertir esta sensación del caos que nos arropa antes de que sea ya muy tarde.