Linfoma, carcinoma, sarcoma, neoplasia, cefaloma, entre otros, son términos que toda persona desearía se escuchara muy lejos de su entorno familiar.
Todas esas son situaciones provocadas por tumores malignos, que cuando se riegan por el organismo, o hacer metástasis, pueden provocar el colapso total de un ser viviente. Como reza un viejo adagio: es mejor prevenir que tener que lamentar.
Cada día que transcurre, en todas las latitudes del mundo mueren miles de personas afectadas de los más variados tipos de cáncer, en algunas regiones con mayores incidencias que en otras. Esta enfermedad, que puede afectar cualquier órgano del ser humano, no respeta condición social ni económica.
Ninguna familia desearía que uno de sus miembros sea afectado por un cáncer. Y nadie en particular quiere ser portador de este terrible mal. Pero esa enfermedad, ni ninguna otra, tiene preferidos para aposentarse en su organismo.
La prevención vale oro. Hacerse los chequeos médicos a tiempo, aún cuando uno no tenga ningún problema de salud. Los seguros médicos son para usarlos, y con mayor entusiasmo si se acude a la consulta sin uno tener ninguna molestia en su cuerpo.
Traumático que resulta cuando a un paciente cancerígeno y que está en tratamiento, su seguro médico le advierte que ya se ha agotado la reserva de cobertura, o que le falta muy poco para llegar al límite. Tengo gente muy cercana, incluidos parientes, que ha pasado por esa terrible experiencia.
Eso ocurre muy a menudo entre pacientes dominicanos afectados por algún tipo de cáncer, enfermedad catastrófica que en cuestión de meses, o de días, puede mandar a la tumba a cualquier persona que tenga los síntomas.
Hay muchos testimonios, y lo confirman métodos científicos, que los tumores cancerígenos en sus primeras etapas no manifiestan dolor alguno.
Sumamente costosos son los tratamientos para combatir el cáncer. Pueden fácilmente dejar en la ruina a una familia clase media. Y ni pensar en lo que ocurre con aquellas familias que apenas consiguen lo indispensable para subsistir y que entre los suyos haya un paciente con cáncer.
Por eso es que son tan oportunas las campañas e iniciativas de ayudar y/o asistir a pacientes con cáncer cuyas familias no disponen de los recursos económicos indispensables para su tratamiento.
Pero en medio de tantos sufrimientos no todo está perdido.
Me llenó de satisfacción ver, a propósito de conmemorarse el Día Mundial Contra el Cáncer de Mama tantos testimonios de vida de mujeres valerosas en este país que han podido vencer la terrible enfermedad, a costa de muchos sacrificios y aferradas a la fe en Dios y en sus familias.
Entidades como el Instituto Oncológico Dr. Heriberto Pieter, el Instituto del Cáncer Rosa Emilia Tavares (INCART), la Fundación Rodi (Red Oncológica Dominicana Integral), Fundación Amigos Contra el Cáncer Infantil, entre otras, llevan a cabo una loable y encomiable tarea que merece el reconocimiento y el apoyo de todos los dominicanos de buena voluntad, y de todos aquellos identificados con las mejores causas de este pueblo.