El calendario electoral

El calendario electoral

El calendario electoral

Nassef Perdomo Cordero, abogado.

Soy de los que piensan que lo electoral forma parte de la vida ciudadana, que no debe ser estigmatizado y que empieza y termina como reflejo de la sociedad que somos.

Sin embargo, creo que un calendario electoral puede estar mal diseñado.

Es el caso del dispuesto por la reforma constitucional de 2010, como solución a la separación de las elecciones que regía desde 1994, cuando se recortó en dos años el período presidencial que empezaba ese año.

Desde entonces, y hasta el 2016, las elecciones presidenciales se celebraban con dos años de distancia de las congresuales y municipales.

Que así fuera no constituía un problema real. Si bien es cierto que la periodicidad vigente llevaba a procesos electorales cada dos años, tenía la ventaja de que las elecciones de medio término servían para equilibrar la influencia de los poderes del Estado y propiciar la convivencia de mayorías distintas.

En 2010 se decidió que todas las elecciones se celebraran el mismo año, pero no al mismo tiempo. Las municipales, en febrero; las congresuales y presidenciales, en mayo.

La consecuencia es que tenemos lo peor de dos mundos: elecciones separadas, pero sin lograr equilibrios de poder. Y, sobre todo, tenemos la conversión de las elecciones municipales en una batalla campal para condicionar las de mayo.

No debemos pasar por alto que las autoridades municipales cambian el 24 de abril, en el momento más duro de las campañas presidencial y congresual, provocando que los alcaldes vencedores del proceso eleccionario, en abandono de sus responsabilidades instituticonales, se vuelquen en apoyo a sus correligionarios.
Nada de esto es un beneficio perceptible a la ciudadanía.

Lo mejor sería asumir con claridad una de las dos opciones: o volvemos al sistema anterior, con separación de dos años, o las celebramos todas el mismo día.

Los procesos electorales son suficientemente complejos como para agregarles innecesariamente factores que pueden hacerlos aún más difíciles.

Los dominicanos somos exitosos celebrando elecciones sin traumas, no es suerte. Pero tampoco estamos compelidos a usar un sistema que se presta a crear dificultades.