Entre ayer y hoy todo el mundo ha hablado o ha escrito algo sobre los renovados amores de los Estados Unidos y Cuba, y viceversa. Sería una especie de pecado mortal guardar silencio ante un acontecimiento que sólo se produce cada medio siglo. Por eso escribo estas líneas sobre política por primera vez en los catorce años de existencia de esta columna.
He leído en periódicos impresos y digitales, he escuchado por la radio y he visto en la televisión innumerables opiniones, buenas y malas, acerca del citado acontecimiento. Se me ha ocurrido, entonces, agruparlas en tres tendencias, utilizando para ello el título de aquella taquillera vaquerada “El bueno, el malo y el feo”.
Para el papel del “bueno” he escogido a Fernando Álvarez Bogaert, por su reacción positiva y optimista, al afirmar que el abrazo Cuba-Estados Unidos es “una gran oportunidad para que nuestro país dé un salto cualitativo y cuantitativo aprovechando el flujo de inversión y comercio que ello generará en la zona del Caribe”.
El rol del “malo” se lo reservo al respetado político de izquierda Narciso Isa Conde, para quien el desbloqueo a Cuba tiene un trasfondo y no le inspira confianza.
Y el “feo”… bueno, para ese papel todavía no he encontrado un buen actor. Como de costumbre, algún lector o lectora me ha de sugerir un buen candidato. Quedo a la espera, para completar el reparto.