El atardecer llena de vida las azoteas dominicanas en pleno toque de queda

El atardecer llena de vida las azoteas dominicanas en pleno toque de queda

El atardecer llena de vida las azoteas dominicanas en pleno toque de queda

Fotografía fechada el 18 de abril de 2020, que muestra a un joven mientras eleva una cometa sobre el techo de una casa en el barrio Los Alcarrizos de Santo Domingo (República Dominicana). EFE/ Orlando Barría

Cuando el sol comienza a caer, la vida sube, en tiempos de cuarentena, hasta las azoteas de la capital de la República Dominicana, espacios donde los ciudadanos encuentran una pequeña parcela de libertad para evadir el toque de queda que les prohíbe salir a la calle.

Después de que las sirenas de bomberos y ambulancias anuncian el comienzo del toque de queda, medida que lleva en vigor un mes exacto y que se extiende desde las cinco de la tarde hasta las seis de la mañana, las calles de Santo Domingo quedan desiertas.

Las azoteas, habitualmente infrautilizadas, ahora se han convertido en el lugar en el que disfrutar de diversas actividades de ocio, obviando las normas de distanciamiento social y, además, el uso de guantes y mascarillas que las autoridades sanitarias han impuesto en la calle.

AZOTEA RICA, AZOTEA POBRE

El uso que los dominicanos dan a sus azoteas y terrazas difiere según el estrato social de la zona en la que se ubican.

Mientras que en los sectores más pudientes se puede ver a unas pocas personas haciendo deporte o actividad física por la tarde, en los barrios más populares de la capital dominicana y su región metropolitana, estos espacios se llenan a diario, sustituyendo a los bares ahora cerrados.

Así, en sectores humildes como Herrera o Los Alcarrizos, los tejados son los nuevos escenarios en los que conversar con familia, amigos y vecinos, que eluden de esta forma el distanciamiento social impuesto para frenar el contagio del coronavirus.

Las mesas de dominó comparten espacio, en esas horas, con antenas de telecomunicaciones y tendederos.

El juego se desarrolla entre tragos de ron, con bachata y merengue como banda sonora, mientras los niños se refrescan en piscinas hinchables o vuelan chichiguas (cometas), que en ocasiones terminan por enredarse en el cableado eléctrico.

Es la forma de relajarse cuando termina la jornada en estos sectores, donde la actividad durante el día ha menguado desde la declaración del estado de emergencia el pasado 19 de marzo, aunque sigue siendo elevada, dado que muchos de sus moradores trabajan en la informalidad, viven al día y deben procurarse el sustento familiar.

LAS AZOTEAS-GIMNASIO

Mientras, en zonas más burguesas como Gazcue o El Vergel, las azoteas ofrecen un recurso muy diferente a la vecindad, que durante el día acata en mayor medida el archirrepetido «quédate en casa» y acude a lo más alto de los edificios para hacer ejercicio y tomar el aire, ahora desprovisto de polución.

Mientras un señor de avanzada edad ha hecho de la azotea de su vivienda un circuito por el que caminar, otros se montan su particular gimnasio elevado, entregándose al fitness, improvisando unas pesas con una mochila bien cargada o jugando a algo parecido al voleibol.

Dos versiones bien diferentes de cómo aprovechar este recurso para disfrutar del fresco que viene con el atardecer sin ser detenido por la autoridades por andar por las calles durante el toque de queda, vigente desde el 20 de marzo y que el Gobierno prorrogó recientemente hasta el 30 de abril.

Desde el inicio de las restricciones, más de 40.000 personas han sido arrestadas por la Policía por salir a la calle en el horario del toque de queda y, como castigo, los apresados pasan la noche en el calabozo.

Hasta el día de hoy, la República Dominicana ha confirmado 4.964 casos de coronavirus, que ha causado la muerte a 235 personas en el país, según el último boletín del Ministerio de Sanidad