Si el indicio es la prueba de que algo existe, entonces la criminalística es una técnica de la realidad. Y los indicios –ya como evidencia material de los hechos–, al relacionarse con la experiencia humana conformar un arte, una pericia, en un nivel tan elevado que prácticamente ´hablan´ cuando se emplea la metodología correcta. “Los indicios son los testigos mudos que no mienten”.
Gracias a las evidencias, su función dentro del saber criminalístico, las ciencias que descubren y localizan los indicios, pudo denominarse evidenciología o indiciología. ¿Por qué no, entonces? Bueno, pues, los indicios no son un fin en sí mismo, sino un medio para construir una razón, la verdad formal de lo que ha acontecido en la lógica del tiempo. Los indicios son vestigios, huellas; son una iniciación.
La criminalística, en cambio, está definidas por otras funciones, como la de manejar las pruebas. Cuando decimos, “las pruebas no hablan por sí solas, hay que ponerlas a hablar”, o “las pruebas no se cuentan, se pesan”, lo que se quiere indicar existen principios causales y formalisticos que contribuyen al conocimiento del hecho en cuestión.
Eso es lo básico de la criminalística: la identificación, tanto de las pruebas, como de los sospechosos.
El derecho penal ha construido reglas procesales para que la prueba entre acción. Por un la lado, la acreditación de la prueba; por el otro, la admisibilidad de los medios de prueba, para que se inserten en el juicio, con todo lo que entraña la liturgia de la ciencia de la litigación oral.
La experiencia que estamos ensayando en el país, al construir laboratorios criminalisticos-balísticos tiene que ver con el adecuado funcionamiento de las ciencias criminales, para que además de que un técnico forense tenga pueda con claridad hacer una demostración en un tribual, el país convierta dicho laboratorio en un archivo balístico, para combatir a la odiosa inseguridad ciudadana que abate a la nación.
Yo, al igual que cualquier ciudadano, veo como un logro, que todas las armas de fuego de que tiene posesión de población, pueda estar registrada y archivada para fines de averiguación de hechos delictuosos, en forma sencilla, rápida, antes de saber qué medidas tomar.
A propósito, las armas no son necesarias, en el grado que tienen el designio de defender al individuo, en general; todo lo contrario: las armas se usan para atacar. Hay que destruirlas, para los que insisten en la posesión en espacios abiertos.