No se debe negar que resulta extraño que Licey y Escogido hayan decidido apagar el estadio Quisqueya.
El hecho de que sea la primera vez que sucede habla por sí solo, pero no es para pensar que se acabará el mundo.
Lamento que los trabajadores informales del entorno de la pelota capitalina se vean afectados notablemente.
Pero me alegro que se vean favorecidos los de Santiago, San Francisco de Macorís, La Romana y San Pedro Macorís.
Los derechos a competir más allá de la serie regular se deben obtener por méritos propios, dentro de las líneas de cal.
Cierto, es un negocio, pero con un alto componente competitivo donde cada quien anda buscando su propio espacio. De otra forma, siempre en Grandes Ligas se apostará a que los Yanquis y los Dodgers o Cardenales fueran a la Serie Mundial.
Los factores del fracaso de los dos campeones anteriores, Escogido (2013) y Licey (2014), así como los dos finalistas de la campaña anterior, es un tema más largo que el espacio de esta entrega.
Ambos gerentes, Moisés Alou y Manny Acta, han dado la cara y se han responsabilizado de las derrotas. También han prometido volver con más fe.
Son dos auténticos hombres de béisbol. No deben irse por la puerta de atrás. Ahora a disfrutar el round robin Este-Cibao. ¡Tienen derecho!