No cabe duda que la implementación del servicio 911 ha sido un éxito de la presente administración en cuanto a emergencias, sin embargo, en el aspecto de ruidos es un verdadero chasco, teniendo en cuenta que los ciudadanos encuentran muy pocos resultados cuando denuncian la “bulla” proveniente de negocios como bares, colmados y restaurantes.
En el Distrito Nacional hay sectores, como Piantini, donde en cuatro cuadras operan más de 60 negocios que intranquilizan con ruidos estridentes a los vecinos, sin que el 911 haga absolutamente nada para evitarlo, aunque la ley es clara en ese sentido.
Cuando se trata de ruidos, ese servicio en el 911, su aplicación, depende de las patrullas de la Policía, que nunca han cerrado un solo negocio de los que mantienen en ascuas a los vecinos.
Ya los ciudadanos no saben qué hacer ni a dónde acudir, porque las patrullas pasan por esos establecimientos, donde son atendidos “cordialmente”, y siguen su camino como si nada pasara.
Es más fácil conectar un jonrón por los .411 del Quisqueya, el primero lo disparó Dick Stuart el 9 de noviembre de 1957, que lograr que la policía cumpla su deber de evitar el bullicio desproporcionado que producen esos negocios.
¿Por qué no se aplican los correctivos de lugar? ¿Qué pasa entonces, son los propietarios de esos negocios los que dirigen la paz pública?
Parece que habrá que contratar al pelotero Juan Francisco, quien es el rey de esa distancia en el Quisqueya, con cuatro jonrones, para ver si puede controlar esa irregularidad, que cada día se generaliza más en todos los sectores de la capital, pero en especial en Piantini.
Un servicio que debe constituirse en orgullo de todos, por falta de supervisión en el área antirruidos, es un verdadero tollo.
El ministro Gustavo Montalvo, quien ha hecho todo el esfuerzo por extender y mejorar el 911, debe saber que esa área es un desastre, un caos al que hay que buscarle una solución rápida y definitiva.
El mismo mensaje debe recibir el director de la Policía, Ney Aldrin Bautista, dado que son sus agentes los que “controlan” ese servicio.
Si no se pone más rigurosidad al sistema 911 en términos generales, este se va a ir degradando poco a poco, hasta convertirse en uno más de los tantos organismos estatales con presupuestos multimillonarios, pero con resultados muy deficientes.