El “Año Olóriz”

El “Año Olóriz”

El “Año Olóriz”

Wilfredo Mora

Al conmemorar el centenario del doctor Federico Miguel de la Santísima Trinidad Olóriz Aguilera (Granada, 1855-1912), lo haremos admitiendo con lo que él mismo denominó una revolución policíaca: la identificación dactiloscópica, que en Madrid llegó a implementarse desde 1910, a través de la Instrucción Oficial para la Identificación en España.

Gracias al “método Olóriz” de identificación criminal, se pasó de la antropometría a la dactiloscopia, en base a estudios médico-legales y criminalísticos; pero podemos considerarlos también en base a fórmulas criminológicas, sobre todo para el tema de la inseguridad ciudadana.

La dactiloscopia fue utilizada, en principio, en la identificación de ladrones, para reconocer la identidad de reincidentes criminales, pero a la luz de la realidad galopante de la criminalidad en el escenario global y –por qué no, igual dominicano–, puede ser considerada para la prevención del delito, y para asegurar su impacto en la inseguridad ciudadana, al menos, generando una identificación rápida de los ofensores sociales.

En el campo de la dactiloscopia, que ha permitido durante muchos años la correcta identificación de los individuos, Federico Olóriz destaca como uno de los fundadores de este método, frente a figuras egregias tales como Edmond Locard, Alphonse Bertillon, Antonio Lecha-Marzo y Juan Vucetich, entre otros.

Estudió medicina en el vetusto Hospital de San Juan de Dios, de Granada, llamado alguna vez “un auténtico Oxford español”, donde fue alumno interno supernumerario de Anatomía, desde marzo de 1872, y de tal brillantez, que sus compañeros llegaron a decir que “describía el hueso frontal como sólo podría haber hecho el propio Fourquet”. De esos conocimientos profundo de la anatomía, derivarán sus esfuerzos de investigación hacia otros campos: la antropología, desde la medicina.

Y específicamente se avanza en los estudios craneométricos y los dactiloscópicos.
La marcha de los estudios de antropometría de Olóriz Aguilera cobró muy pronto fama en todo el mundo; la reina regente María Cristina firmó en San Sebastián, en 1896, un real decreto creando en las cárceles del reino el Servicio de Identificación Antropométrico, según el sistema de Bertillón, al que debían someterse todos los presos, y expidió a favor de Olóriz el título de inspector general del Servicio Antropométrico.

En 1901, fue nombrando a Olóriz jefe del Servicio de Identificación Judicial. A partir de esa fecha puede decirse que la dactiloscopia comenzó en España.
El fundamento policial es que exista un reconocimiento de un individuo y al mismo tiempo impedir confundirlo con otro cualquiera. Y como se ha planteado desde hace ya muchos años, es un proyecto que la clasificación dactiloscópica se pueda adaptar a cualquier objeto, en particular.

A nuestra Policía Nacional le hace falta un censo policial (un registro, padrón) de todos los ciudadanos, si quiere subir a un nivel más científico el combate a la inseguridad ciudadana.

En conclusión, Federico Olóriz, maestro de la medicina legal de Granada, muere en Madrid, el 28 de febrero de 1912. Tras su muerte, los familiares donaron el Archivo de los Olóriz para su custodia y estudio. Es el “Fondo Olóriz”, el legado de los estudios de la figura del profesor Olóriz.

Sus restos fueron exhumados en el Cementerio de Nuestra Señora de La Almudena de Madrid y se han trasladado a su ciudad natal y depositados en el Pabellón de Personas Ilustres del Cementerio de San José, de Granada.