El nivel más elevado del amor es el que supera la individualidad y el egoísmo, el ‘yo’ se convierte en nosotros, se practica la completa igualdad para ambos en términos de responsabilidad, compenetración y conocimiento del otro.
Incluye el cuidado y el respeto, el deseo de conocer todas las necesidades del ser amado y el acompañamiento en su crecimiento, además de la aceptación de la otra persona.
Científicos y estudiosos de la neurociencia han determinado que a medida las personas nos enamoramos, el cerebro secreta grades cantidades de sustancias químicas y una serie de descargas neuronales.
Estas sustancias actúan estimulando el centro del placer del cerebro y producen esos síntomas y signos propios de las etapas de enamoramiento y amor estable (aumento del ritmo cardiaco, pérdida del apetito y sueño, gran excitación y alegría).
El amor empieza cuando termina el enamoramiento.
El enamoramiento es cuando sentimos ese impulso por buscar a la otra persona, la atracción, provoca desear estar cerca de ella y pasión desmedida. Idealizamos a esta persona objeto de nuestro enamoramiento y tenemos la expectativa de que este ser humano nos colme de satisfacción y felicidad. Aquí priman la testosterona (hormona del impulso sexual) y la dopamina (droga del amor y la ternura).
El amor estable aparece cuando comenzamos a aceptar al otro con sus defectos, es una emoción basada en no solo en la atracción, también en la admiración, cariño y apego.
En esta etapa priman la oxitocina y la vasopresina (cariño y apego).