He sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí. Y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios. el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2:20
Sin el amor de Dios todos los sueños de la vida se desvanecen.
El amor de Dios es la clave de ver el mundo diferente.
El amor de Dios es singular, único. El amor de Dios es la prueba fehaciente de que él nunca nos ha dejado solo en la tierra. Para entender esto debemos entender algo de la naturaleza y el carácter de Dios. Primera de Juan 4: 8 y 16: “Dios es amor” nos dicen que nunca fue una declaración más importante hecha por este Dios es amor.
Esta es una declaración profunda. Dios no sólo es amor; Él es amor. Su ser como Dios es amor. El amor es un gran amor, porque él es amor. Su naturaleza y esencia son el amor.
Él demuestra este amor sacrificial al enviar a su Hijo a la cruz para pagar el castigo por nuestros pecados (1 Juan 4:10), por perdonarnos de nuestra rebelión contra Él, enviando su Espíritu Santo que habita en nosotros, lo que nos permite amar como Él ama.
Lo hizo a pesar del hecho de que no nos lo merecemos. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5: 8).
El amor de Dios es personal. Él conoce a cada uno de nosotros individualmente y nos ama personalmente. El suyo es un amor incondicional.
El profundo amor de Dios se revela en su hijo Jesuscristo. El amor de Dios manifestado en Jesucristo, Juan nos dice: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.