En un registro hecho por la Policía Escolar en un liceo de Santiago, a los estudiantes registrados se les ocuparon 115 celulares, numerosos objetos prohibidos, entre ellos vapes o cigarrillos electrónicos, impregnados de nicotina y a los cuales algunos de sus usuarios suelen introducirles otras sustancias mucho más dañinas para la salud.
Ahora mismo, en las redes sociales circula un video en el cual un par de estudiantes irresponsables hacen figuras en sendos motores a la carrera en los mismos pasillos llenos de estudiantes de un liceo.
Consulto a un profesor y me dice que es frecuente descubrir alumnos introduciendo objetos prohibidos, incluso armas blancas y de fuego a los recintos escolares.
Y otras cosas atentatorias a la salud y al pudor que no son sino elementos de la descomposición que va ganando cuerpo.
Es la sociedad entera la que va en declive, pero eso no puede excusar la indiferencia ante la anarquía y el desenfreno que van creciendo en las aulas, las que debieran ser la primera línea de defensa de los valores y las normas correctas en que debe sustentarse una sociedad.
La situación es muy grave, la engendra el mismo sistema imperante. La autoridad del maestro está tan disminuida que si algún profesor intenta averiguar lo que uno de sus alumnos transporta en su mochila hacia el aula, tiene que obtener primero un permiso expreso de la Fiscalía.
El papá y la mamá están cada vez más desvinculados de la escuela, ajenos al deber de la supervisión responsable de sus hijos.
Luchemos por cambiar de raíz la sociedad decadente en que vivimos, y construir una nueva, positivamente distinta, basada en normas y valores elevados. Y, como parte de esa lucha, empecemos por enfrentar de conjunto los graves problemas que están viciando el ambiente de la escuela.
El Estado, en primer plano. Los padres y su responsabilidad desde el hogar, los profesores y la suya y los estudiantes, que en modo alguno pueden hacerse los desentendidos y los manganzones, cuando ellos también tienen deberes muy serios que cumplir.
No sé si alguna vez la ADP se ha planteado convocar un congreso nacional o un evento así, donde, en el mejor espíritu de cooperación, se aborde el problema del orden y la decencia en las aulas, factores indispensables para la enseñanza y el aprendizaje, y al final de ese evento se propongan las soluciones correspondientes.