El alma de la nación está enferma

El alma de la nación está enferma

El alma de la nación está enferma

Estamos hastiados de noticias desagradables. Solo escuchamos de crímenes, corrupción, impunidad, políticos demagogos tras el poder, etc.

Estos males, unido al calor sofocante, desforestación, alto costo de la canasta familiar, tránsito complicado, inseguridad, nos tienen al borde de la histeria.

Reconozco que los medios de comunicación destacan las noticias más impactantes, pero ¡caramba!, debe haber una linda experiencia que contar. Busquémosla, aunque sea en la naturaleza, las flores, ¡en Dios! Tantos antivalores enferman el alma de la nación. Parecería que no hay forma de erradicarlos.

La campaña electoral ha convertido el país en una olla donde hierven los más increíbles ingredientes: ideas retorcidas y mentiras envueltas, hombre con maletín, políticos saltando, con poca elegancia, de una parcela a otra. No se pueden escuchar noticias ni visitar a nadie; los comentarios, acaban con la paz. Deberían investigar el raro fenómeno de algo refrescante.

Añoro ver en las primeras páginas de los periódicos pinceladas de alegrías, progresos, éxitos obtenidos en buena lid, que despierten esperanza, ¡lecciones hermosas para la juventud! en lugar de asesinatos, políticos en venta, corruptos hábiles, impunidad.

Añoro que destaquen líderes, funcionarios, actuando con criterios normativos para fortalecer las instituciones y bien común, en lugar de utilizar criterios personales para convertirse en millonarios. Los recursos del pueblo deben utilizarse a favor de la mayoría, no de un grupo.

¡Urgen lecciones ejemplares! para limpiar el alma de la nación de tanta basura; barrer lo que deforma o aliena. ¡No es cuestión de cruzar el fango sin enlodarse! Necesitamos cambios radicales de valores y prioridades en el sistema; todos podemos hacerlo desde cualquier escenario: hogar, trabajo, comunidad.

Que la honestidad, respeto, espíritu de trabajo, justicia social, se apoderen de la sociedad; fajémonos a lograrlo antes de que haya locura colectiva. Ya han surgido brotes de histeria.

Las cárceles están llenas, aumentan los delincuentes; se pierde la ética profesional a cambio de dinero. ¡Necesitamos escuchar líderes religiosos, hablando de Dios, recordando a Jesús, serenando el espíritu!

Los síntomas de desequilibrios emocionales son serios. El país no progresa en medio de tensiones. Necesitamos destacar las personas que, por su laboriosidad, honestidad, humildad, son exitosas, viven en paz.

Dan lástima y necesitan ayuda psicológica, los que exhiben poder, dinero, lujo, en medio de un pueblo hambriento, más aun, cuando no pueden explicar su fortuna; indirectamente, promueven la delincuencia, deforman.



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