El águila que tenemos dentro

El águila que tenemos dentro

El águila que tenemos dentro

Lady Reyes, directora de Encuentros Interactivos.

El profesor Salvador Iserlo escribió en una ocasión que “lo más importante para una nación no es el producto nacional bruto, ni la renta ‘per cápita’, ni los triunfos deportivos o artísticos sino la ‘clase de personas que produce’ y el nivel de felicidad que ellas llegan a conseguir”.

En síntesis, lo más valioso que una sociedad puede tener es su gente y, desde tiempos inmemoriables, los dominicanos nos hemos sentido orgullosos de lo que somos… de nuestra alegría, sencillez, humildad y solidaridad… nuestro turismo ha crecido por ese “calor de gente” que entregamos a nuestros visitantes.

Sin embargo, esa realidad, no percepción, que nos ha convertido en una isla que “lo tiene todo… y no solo playa y arena” se tambalea ante la indiferencia de todos. Crecemos a un ritmo acelerado y vamos descuidando eso que nos “identificaba” como pueblo: “esa amabilidad indiscriminada” de gente sencilla y natural.

Estos días son propicios para recapitular. Pienso que estamos dejando morir el águila de nuestro interior. Nos hemos amilanado ante los obstáculos, dejando que la corrupción e impunidad nos desaliente; que la inseguridad nos paralice; que la violencia nos atemorice; que lo material nos seduzca; y la inmediatez y banalidad de las redes sociales nos arrastre.

Somos águilas que nos estamos acostumbrando a vivir como los pollos de las granjas, con luz y comida 24 horas. Nuestros hilos los mueven otras personas. Nos dicen qué comprar, dónde ir y cómo ser… según los cánones digitales del momento. Solo esperamos el alimento, como dice una amiga mía, en “la paz de Cristo”.

Y aunque no lo creamos, no se trata tanto de cambiar el mundo, como de cambiar tu mundo. Si tú cambias a mejor tu mundo, el mundo será mejor… los que aceptamos el reto de la perfección del amor o de la lucha por lo que creemos, de no conformarnos, de ser felices que habita en nuestros corazones, podemos hacer maravillas. Los sueños de un gran ideal, de un amor que nos robe el aliento y de una vocación sublime no están reservados a unos pocos privilegiados.

Están ahí para todos los que asum imos el reto de correr la milla extra, de no conformarnos y sí, ¿por qué no?, de luchar y volar alto… como las águilas.

No lo dudes. Todos podemos volar alto. Sé un águila en tu vida personal, familiar, profesional, espiritual y social. No te límites ni conformes por comodidad. Pues hay cosas maravillosas al otro lado del miedo.



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