El dominicano Javier “el Abejón” Fortuna demostró el pasado sábado ante el estadounidense Omar Douglas que todavía está en condiciones excepcionales.
Aunque cayó a los dos primeros minutos del primer round, por un descuido, al abrir por completo la guardia, se recuperó y de ahí en adelante mantuvo el protagonismo.
Fortuna, quien ha sido campeón mundial en dos divisiones, está ahora en un excelente momento para buscar otro cinturón.
Sus manejadores, tras el triunfo ante Douglas, quien tiene un excelente historial, ya deben estar negociando a qué rival se enfrentará en una pelea titular .
La criminalidad
Todos los días se incrementan los actos de delincuencia y criminalidad por causas de todos conocidas.
Eso ocurre en las narices de todos, en especial de las autoridades, que siempre sostienen que realizan “ingentes esfuerzos”, aunque los mismos se incrementan como arte de magia.
Se podría afirmar que los delitos se han convertido en un “deporte”, en el que cada día pierden la vida ciudadanos honestos y trabajadores.
Y en ese sentido, no puedo dejar pasar por alto el asesinato atroz de la señora Colombia Polanco viuda Estévez, de 66 años de edad, quien fue degollada y apuñalada más de 20 veces, mientras estaba en su residencia de Santo Domingo Este.
Casos de esa y otra naturaleza se registran desde hace tiempo, todos los días, en distintos puntos del país, lo cual constituye una verdadera tragedia.
Hace unos días el periódico EL DÍA realizó un reportaje en el que denunciaba la oscuridad y los asaltos en los alrededores del estadio Quisqueya, lo que definitivamente contribuye a que miles de fanáticos no se arriesguen a asistir a los partidos nocturnos.
La pelota, hay que decirlo, es un negocio privado muy lucrativo, por lo que con recursos propios la Liga de Béisbol debió ya haber invertido los recursos necesarios para corregir ese grave inconveniente, y no esperar que otros le solucionen el problema.
Definitivamente, hay fallas de forma y fondo en los organismos responsables de evitar estas barbaridades, de la que cada día son testigos los ciudadanos en nuestras calles y en sus propias viviendas. ¡Que Dios nos proteja!