La inolvidable Chabuca Granda, quien a través de su arte sonoro llenó de tradición a la cultura limeña, es para muchos un símbolo de la lucha de la mujer como protagonista de la historia; más particularmente, de la nuestra, la latinoamericana. Ella es –y sigue siendo–, un ícono por los sacrificios que lleva a cabo todo artista en estos tiempos.
Su verdadero nombre era María Isabel Granda Larco, nacida en Cotabambas, un departamento minero de la sierra, en la provincia de Apurímac.
Vino al mundo un 3 de septiembre de 1920 y fue bautizada un año más tarde en la Iglesia de los Huérfanos, fecha que coincidió con el aniversario del centenario de la Independencia del Perú. Según ella misma cuenta: “Me bautizaron en Lima, porque en aquella época no se usaba nacer en la sierra”.
Compositora, folclorista –decía con frecuencia que no era poeta, sino letrista–, juglar, cantautora, en principio, defensora de los valores tradicionales y conservadores de la sociedad limeña, pero paulatinamente fue girando a la acción social de los de abajo, inspirándose en los personajes que padecen en las calles, en las minas. Creó e interpretó un gran número de valses criollos y ritmos afroperuanos.
Escribió canciones a los indios, a los obreros; escribió sobre temas negros, algunos de los cuales los tocaban con cajoneros y artistas negros que le acompañaban.
Escribía en base a estímulos propio, como por ejemplo la canción por la muerte de Violeta Parra, quien se dio un tiro en la sien por amor; la canción “Puño de oro”, dedicada al boxeador negro Mauro Mina, exaltando el sacrifico del pugilista, para que el Perú tuviera un título mundial. Pero la composición que le dio fama mundial (La flor de la canela) se inspiró en Victoria Angulo de Loyola, madre del peruanismo.
Pero también los temas “Señó Manue”, “José Antonio”, “El Puente de los suspiros” y “Fina estampa”, esa última dedicada a su padre, un ingeniero minero.
Mujer ejemplar y al mismo tiempo ejemplo de solidaridad con la clase artística de su país. Su casa sirvió de taller a músicos, cantantes y poetas, y por esta razón a Chabuca la respetaban y querían todos, los de arriba y los de abajo.
Tras una larga e incansable carrera artística, abrió en Lima su Café Concert y lo llamó “Señó Manue”, que era el nombre de su amigo, el periodista Manuel Solar Saunier, defensor de la cultura limeña.
Al recordar el 8 de marzo (día de su muerte, y Día Internacional de la Mujer), sentimos un profundo orgullo por Chabuca Granda.