Guiados por la ideología conquistadora que nos colonizó, trasladando a este lado del atlántico instituciones, hábitos y costumbres dadas por el desarrollo europeo, importadas con nuestros bisabuelos colonizadores, queriendo ellos hacer de estas tierras extensiones políticas y geográficas de las suyas de origen, es la causa de trastornos graves reiterados a lo largo de nuestra historia económica, política y social continental, insoluble; porque además de marcar pasos arrítmicos con el resto del mundo, dependen de la adquisición de una conciencia de integralidad conjunta favorable a esa meta, a partir de una conciencia de identidad común; no solo del reconocimiento de distintas identidades históricas como se fomenta, minando la integración que debe ir hacia donde nos conducen otros procesos haciendo estos revolucionarios como los que se refieren a la globalización económica y geo-política actual que reintroducen el humanismo sin fronteras en nuestras agendas.
La vocación patriótica ancestral, más viva en pueblos de bajo desarrollo, retrógradamente toman hechos y figuras para con un mercadeo sistemático, consagrar en las mentes en las que desean frenar las ideas progresistas, hechos de los que nos distanciamos y que se destiñen ante la magnitud y celeridad de los actuales, o cuando se investigan o difunden investigaciones esclarecedoras, que antes escondidos mitificaron acontecimientos a beneficio de credos conservadores o de partidos sectarios, a sabiendas de que lo que no es verdad, no es historia y sobre todo, que tampoco lo es el suceso, porque la historia, además de social, es proceso.
El 16 de agosto de 1865 ganamos una contienda bélica a España, solo por el carácter popular de esta por nuestra parte, siendo ella nuestra epopeya más destacada en ese siglo, la que igual pudimos perder, como se vería estudiando nuestras campañas, lo que no niega que hubiéramos vuelto a luchar, porque así lo exigiera nuestro desarrollo de entonces a los dominicanos emancipadores frente al ejército español de ocupación, aliado a otra fracción criolla que le seguía, porque creía en la corona, nunca en nosotros mismos, maltrechos, ignorantes rebelados, republicanos casi totalmente analfabetos, etc., algunos talvez con nociones nacionalistas, que matándose entre si luego, echaron el país a andar, algo que pudo repetirse en el 1965 y después.
Esta fecha es propicia para juzgarnos retrospectivamente, siempre como proceso hacia mayor y mejor progreso; tarea colectiva renovable junto al pacto social reevaluable que incentive el manejo del FODA, (Conocimiento de nuestras fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas) como metodología sectorial, individual, social y nacional, que nos induzca y conduzca al éxito en los emprendedurismo y en las transformaciones necesarias cada vez reeducándonos para el respeto responsable y la confianza ausente y urgente para ellos, para el incremento del poder socio-democrático en el país, media isla pequeña con poco más de 10 millones de personas, obligadas a cultivar su inteligencia como principal activo-económico. Inteligencia colectiva, -sexto sentido práctico que poseemos- habiendo aprendido a salvar la nave dentro de la cual vamos, prohibiéndonos el pánico y “fusilando” al que grite “salvase quien pueda o como pueda” el que no individualiza.
Hay aprendizajes tan costosos como valiosos, de los que nadie puede apropiarse ni tampoco privatizar. El antes citado es un atributo dominicano colectivo con el que durante dos siglos hemos venidos haciéndole trocha y caminos a la Revolución Democrática, nuestro sol político meridiano actual. Otros soles entran en nuestras perspectivas y con cada paso dado hacia esa utopía en el tiempo, nos acercamos a ellos.
El 16 de agosto fue un proceso que nos obligó a ser, talvez prematuramente, viviendo un largo periodo en incubadora pero vivos, como proyecto nación hasta abril de 1965, una inversión extraordinaria.
Cuando esta criatura se levantó inaugurando un nuevo tramo de nuestro devenir conflictivo y donde por sobre los actores circunstanciales y coyunturales prevaleció y prevalece el pueblo, creciendo y sazonándose así mismo, persiguiendo y alcanzando sus utopías como interpreto ocurrió al elegir la opción Danilo Medina por 4 años más para que le sirva a este luchar, y lo ha hecho para consagrar un giro histórico definidor de nuestro rumbo político afín con esos ideales pasados y presentes del pueblo, que sobrepasan los linderos del PLD y ante los que este nuevo gobierno que comienza, día por día tendrá que definir su papel en el rumbo a seguir de sus manos junto a la historia.