Mirarse al ombligo está de moda. Hoy todo parte de un “yo” y después viene lo demás. En teoría suena bien. Conócete, quiérete, empodérate.
Hasta ahí estoy totalmente de acuerdo.
Ahora bien, parece que en esta lista no entra hacer ese mismo esfuerzo por conocer, querer y empoderar a los demás.
El egoísmo ha tomado un cariz alarmante. Me asusto cuando veo a tanta gente convencida de que el mundo les debe algo. Personas que confunden ser exitosos con un “me lo merezco” sin haber movido un dedo para eso, salvo mirarse al espejo y creerse todas esas frases fáciles que corren por las redes.
Hay que trabajar mucho para lograr cosas en esta vida. Hay que recorrer un camino en el cual vas a necesitar ayuda de otros seres humanos y… Tengo otra sorpresa para ti: nadie está obligado a ayudarte, es algo que te ganas y lo haces, definitivamente, dando antes que pidiendo y demostrando antes que exigiendo.
Mira tu ombligo cuando sea para reconocer las cosas y mejorar, mientras tanto dedica ese esfuerzo a levantar la mirada, a conocer a los demas, a escuchar, respetar y aprender.
Llegas a ser alguien integral después de haberte esforzado en cada ámbito de tu vida.
De igual manera, no sientas que eres menos que otros, claro que no, te mereces las mismas oportunidades pero aprovéchalas actuando, no esperando a que lleguen, trabajando, no creyendo que lo fácil es la respuesta y, ante todo y para mí lo más importante, haciendo el esfuerzo por conocer a los demás, respetarlos, aprender de ellos y ser capaz de que ese yo se transforme en un nosotros.
No hay mayor satisfacción que llegar a la meta acompañado, admirado y con personas con quien mirarte al espejo y decir: lo logramos.