A escala global se asiste a una situación sin precedentes a partir de la presencia del Covid-19, expresado a través de la fragilidad y destrucción de los diferentes sistemas de salud, las economías y la incorporación de nuevos riesgos para la supervivencia de los seres humanos en el planeta. Lo que está ocurriendo en el mundo obliga a repensar la derivación de estos riesgos silentes, pues se trata de una pandemia que ha impactado primero en el sector salud, extendiéndose hacia las diferentes facetas en que se desenvuelve la ciudadanía y la lucha entre la vida y la muerte.
La pandemia del COVID-19 ha obligado a desviar cientos de millones de dólares de los diferentes presupuestos de cada país para solventar la demanda de las vacunas contra el virus más destructor que ha conocido la humanidad en los últimos 130 años, y que atenta con su propia existencia. Pero resulta que esta pandemia ha desencadenado en una carrera indetenible para desarrollar nuevas vacunas, provocando que la producción de cantidades suficientes para dar respuesta a la demanda solicitada, al tiempo que permanentemente haya innovaciones en la fabricación.
Aunque existe la preocupación para mitigar el Covid 19, la gran verdad es que todos los gobiernos del mundo han estado firmando sendos acuerdos millonarios con las farmacéuticas acreditadas para importar las vacunas que han podido desarrollar y producir miles de millones de dosis de las más efectivas. El hecho de que los acuerdos para adquirir la vacuna contra el virus se hayan firmado entre los diferentes países del mundo y las mayores empresas farmacéuticas del planeta manifiesta las magnitudes financieras que se están destinando hacia el mercado de las vacunas.
Es en tal contexto que se puede interpretar que las vacunas suelen ser producidas por fabricantes que disponen de recursos abundantes y sirven a clientes de países donde el acceso a mano de obra especializada no supone un problema. Ante tal situación, es lógico entender que los fabricantes más pequeños o situados en entornos con pocos recursos se ven excluidos de la competencia derivada por el interés de enfrentar este malestar viral que mantiene arruinada a la humanidad.
Como se sabe, al poner en marcha la producción de vacunas es un proceso muy caro y muy lento, por lo que siempre son un problema relevante que provoca una enorme gravedad cuando el acceso mundial a una vacuna eficaz resulta vital y cuya solución la decide las reglas del mercado. Hay que precisar como de relevante en este proceso de fabricación de las vacunas contra el Covid19, y es que ninguna de las que se han dado a conocer como autorizadas y recomendadas contiene el virus vivo que causa el COVID-19, lo que significa que las vacunas contra el COVID-19 no permite que se enferme de este una vez aplicada, de acuerdo con los estudios científicos divulgados.
Los efectos de la pandemia y el costo para enfrentarlo para América Latina es muy elevado ya que financiar la vacuna implica un sacrificio financiero fuerte ante la precariedad presupuestaria, implicando una aceleración del endeudamiento público, estancamiento de la economía e incumplimiento en la inclusión social. En adicion, habrá dificultades en el mercado laboral fruto de que la informalidad tiene una proporcionalidad mayor, es decir, que más de la mitad de los empleos en la región son informales, con tendencia a profundizarse.
La informalidad continuará profundizándose y generando un malestar muy negativo ya que la misma está íntimamente relacionada con menor capacidad de ahorro y previsión financiera, por la dependencia de la economía diaria. Pues se trata que la misma informalidad genera dificultades para que los gobiernos en cada país puedan implementar acciones para focalizar políticas públicas en este sector, significando todo esto que el Covid-19 ha magnificado el flagelo de la desigualdad, exclusión social y la pobreza.
En conclusión se puede afirmar que la propagación del Covid-19 se traduce en una destrucción del crecimiento económico global y de América latina, siendo los más perjudicados la industria, el turismo, el comercio y la inversión extranjera directa. Pero es que las circunstancias en las que se ha desarrollado la pandemia, obliga a redefinir la orientación de la economía ante lo vulnerable en que se encuentra el entorno economico internacional cuya recuperación está en función de que se compruebe que la efectividad sea 95% como han salido al mercado, es decir, que las personas vacunadas tengan ese porcentaje de tener menos riesgos de contraer el COVID 19, o que no contraiga el virus después de ser vacunado.