¿Es la ciudad? ¿El vecindario? ¿La escuela a la que acuden? Determinar si estos factores influyen en si un niño será pobre o rico cuando llegue a la edad adulta ha sido un dilema con el que las ciencias sociales han estado lidiando durante décadas. También averiguar cómo se puede romper el ciclo de la pobreza hereditaria.
Una enorme pista en este campo llegaría a raíz de un ensayo social iniciado en 1994, cuando el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos lanzó el programa “Moving to Opportunity”.
Estaba liderado por el profesor de Harvard Lawrence F. Katz, que un año antes se había convertido en economista jefe del Departamento de Trabajo durante la administración de Bill Clinton.
El objetivo era llevar a cabo un experimento de campo a gran escala con personas reales para comprender los efectos -a lo largo de múltiples generaciones- de mudarse a un vecindario con mayores oportunidades.
La ciencia económica quería entender si las familias de bajos ingresos se beneficiaban al mudarse a barrios con mayores comodidades (es decir, vecindarios con escuelas, parques, bibliotecas y servicios de mayor calidad).
El programa comenzó en 1994 en cinco grandes ciudades estadounidenses -Boston, Baltimore, Chicago, Nueva York y Los Ángeles- e incluyó a 4.604 familias alojadas en viviendas públicas en algunos de los barrios más pobres del país, que además contaban con altos índices de desempleo y criminalidad.
La idea era descubrir si ayudar a familias asignadas al azar a mudarse a un vecindario mejor los beneficiaría económicamente.
El proyecto fue aprobado por el Congreso tras los Disturbios de Los Ángeles de 1992. Ese año se produjo un gran estallido de violencia en la ciudad que incluyó saqueos e incendios provocados, en respuesta a la absolución de cuatro policías blancos que propinaron una brutal paliza al afroamericano Rodney King, al que detuvieron por exceso de velocidad.
Como resultado de varios días de protestas civiles, más de 50 personas murieron, unas 2.300 resultaron heridas y miles fueron arrestadas.
“Sin justicia no hay paz”, gritaban los manifestantes con un fuerte sentimiento de que la policía de Los Ángeles practicaba brutalidad racista contra afroamericanos e hispanos.
Alrededor de 1.100 edificios resultaron afectados y los daños totales a la propiedad ascendieron a unos US$1.000 millones, lo que convirtió los disturbios en uno de los más devastadores de la historia de Estados Unidos.
«El Congreso se sintió un poco responsable y aprobó un proyecto de ley con algo de dinero para el experimento en los barrios», dijo Katz en declaraciones recogidas por la web del FMI.
Según la base de datos bibliográfica IDEAS (obtenida del repositorio económico Research Papers in Economics), Katz ocupa el puesto 67 entre los académicos de economía más citados de todos los tiempos.
“Esto lo coloca entre el 0,1% de los mejores investigadores”, afirman David Autor, del MIT, y David Deming, del Harvard Kennedy School, en un paper de agosto de 2023.
Con este contexto despega “Moving to Opportunity”. Y con sus resultados y la modificación de políticas de vivienda a nivel federal en Estados Unidos llegaría lo que se conoce como “el efecto Katz”.
¿En qué consistió el experimento?
Las familias fueron asignadas aleatoriamente a uno de estos tres grupos: a uno se le ofreció un vale para pagar el alquiler de una vivienda con la condición de que solo podía usarse para mudarse a un vecindario de baja pobreza.
El segundo grupo recibió un vale para pagar el alquiler de una vivienda situada en donde quisieran.
Y el tercer grupo, el de control, tenía acceso a un piso de protección oficial situado en una zona desfavorecida, que era el lugar de procedencia de los participantes en el experimento.
“Por ejemplo, en Nueva York el grupo de control permaneció en unas viviendas protegidas en Harlem, gran parte de los receptores del cheque-vivienda incondicional se establecieron en el sur del Bronx en una zona relativamente pobre pero no tanto como Harlem», explica el economista y profesor de la Universidad de Warwick, Manuel Bagues en el blog “Nada es gratis”.
«Y un gran número de los receptores del cheque-vivienda condicional se mudaron a una zona residencial en la parte norte del Bronx”, explica.
Los resultados iniciales del programa fueron mixtos. Se registraron resultados positivos en términos de salud de los participantes, de reducción de la concentración de la pobreza y satisfacción con las nuevas condiciones de vivienda.
Sin embargo no se observaron efectos significativos en el empleo de los adultos o en la educación de los niños.
Y es que el proyecto inicial solo analizó el resultado del experimento en adultos.
Faltó un análisis más exhaustivo de los datos y un seguimiento de los niños de aquel programa para tener conclusiones más contundentes que las primeras.
Segunda parte, más de 20 años después
Así que en 2015, Raj Chetty, Nathaniel Hendren, y el propio Lawrence F. Katz. llevaron a cabo una revisión del estudio original en el que hacían seguimiento a los hijos de las familias que se cambiaron de vecindario con Moving to Opportunity.
Los tres juntos publicaron el paper «Los efectos de la exposición a mejores vecindarios en los niños: nuevas evidencias del experimento Move to Opportunity».
“La evidencia inicial, que se refería únicamente a los resultados de los adultos en el estudio, no fue concluyente. Pero el trabajo de seguimiento realizado por Larry Katz, Raj Chetty y otros demostró que los niños de las familias que se mudaron a vecindarios con muchas comodidades experimentaron mejoras sustanciales en su educación e ingresos”, le dijo a BBC Mundo el sociólogo David B. Grusky, director del Centro sobre Pobreza y Desigualdad de la Universidad de Stanford, que no participó en la investigación de Katz.
Grusky cree que el experimento ofreció la evidencia más convincente de que los vecindarios son realmente importantes en los niños.
“Los resultados propiciaron cambios en la política del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos para garantizar que, cuando las familias obtengan un vale, lo utilicen de verdad para mudarse a vecindarios con altas comodidades”, recuerda Grusky.
Lo que asentó la segunda parte del estudio es que cuanto más pequeños eran los niños cuando se mudaban, mejor les iba: tenían menos probabilidades de convertirse en padres solteros y más probabilidades de ir a la universidad y ganar más.
La investigación original no había podido seguir los resultados económicos de los niños más pequeños porque no había pasado suficiente tiempo.
“Con el don del tiempo, Opportunity Insights (OI) revisó el estudio MTO en 2015 con nuevos datos del censo y registros fiscales para explorar los resultados a largo plazo entre los niños pequeños”, explican desde el Centro de Harvard centrado en la Desigualdad que lidera Raj Chetty.
Al analizar de nuevo los datos, OI descubrió que ofrecer vales para mudarse a vecindarios de menor pobreza a familias con niños pequeños puede reducir la persistencia intergeneracional de la pobreza y, en última instancia, generar retornos positivos para los contribuyentes.
“Este reexamen de los resultados del MTO demostró cómo la evaluación a más largo plazo, donde los impactos de las políticas se acumulan con el tiempo, puede producir ideas diferentes”, afirman.
“Si la evaluación del MTO se hubiera detenido con las conclusiones iniciales, se habría considerado que la política tenía un impacto limitado, cuando, de hecho, nuestra investigación muestra cómo las políticas de desconcentración de la pobreza tienen un impacto sustancial para los niños pequeños que se mudan a áreas de menor pobreza”, añaden desde Opportunity Insights.
¿Cúal fue el impacto?
Para el equipo de Chetty queda claro que el experimento tuvo impactos significativos en los participantes, particularmente en los niños, lo que sugiere que MTO contribuyó a reducir la desigualdad.
“Sin embargo, al observar el panorama más amplio de la movilidad ascendente en los Estados Unidos, vemos que la probabilidad de que los niños lleguen a ganar más que sus padres ha disminuido en las últimas décadas desde alrededor del 90% para los niños nacidos en la década de 1940 al 50% para los nacidos en los años 1980”, destaca el equipo de Chetty.
Así que aunque MTO y las investigaciones y políticas posteriores que ha inspirado han logrado avances en el tratamiento de la desigualdad, hay muchos factores que contribuyen a disparidades en los resultados.
Es decir, no hay que olvidar que la calidad de los vecindarios y las escuelas, el networking y otros factores ambientales e institucionales moldean la trayectoria de un niño desde una edad temprana.
Tipos de desigualdad
“Hay dos tipos de desigualdad en juego en Estados Unidos. Este país ha decidido, en primer lugar, permitir que los hogares tengan ingresos enormemente desiguales (es decir, “desigualdad de los hogares”), explica Grusky.
«Y hemos decidido, en segundo lugar, permitir que los vecindarios sean enormemente diferentes en la calidad de los servicios públicos (por ejemplo, escuelas, parques, bibliotecas, empleos, redes) que brindan a sus residentes (es decir, “desigualdad espacial”)”, explica Grusky.
“A menudo olvidamos cuán masivo es ese segundo tipo de desigualdad –la espacial– en Estados Unidos», añade.
«El experimento MTO fue importante porque buscaba evaluar los efectos de ese segundo tipo de desigualdad en las oportunidades que se ofrecen a los niños. La pregunta clave aquí es: si elimináramos ese segundo tipo de desigualdad (sin abordar también el primero), ¿veríamos una reducción sustancial de las desigualdades de oportunidades existentes?”, apunta.
Para él, la clave de todo el experimento es que puso de relieve que la ciencia económica y las políticas públicas deberían evaluar si realmente hay que poner en marcha mecanismos que reduzcan las desigualdades en esa segunda forma –espacial– de desigualdad.
David Cuberes, profesor de la Universidad de Clark y consultor del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo cree que el proyecto tuvo repercusión más allá de la década en la que se realizó.
“Primero por la metodología: la idea fue seleccionar aleatoriamente a un grupo de familias pobres en barrios pobres y trasladarlas a un barrio más rico. Que sea aleatorio es fundamental para que no haya autoselección o selección en base a algunas variables”, le dice a BBC Mundo.
“Si no se hace así podría ser que las familias pobres más motivadas fueran las que se trasladaran y entonces no quedaría claro si mejoran por el cambio de residencia o por otros factores”.
Como el programa de bonos de vivienda en Estados Unidos es tan pequeño, los economistas coinciden en que sólo tiene un efecto trivial sobre la desigualdad.
Pero para Grusky, “la muy importante pregunta que queda en juego es si debemos interpretar los resultados como si indicaran que deberíamos trasladar todos los hogares de bajos ingresos a vecindarios existentes con altas comodidades, o si los interpretamos como que debemos igualar las comodidades en todos los vecindarios (es decir, eliminar –o al menos reducir– la desigualdad espacial)», concluye.
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