El nuevo paquete de asistencia militar promovido por el Gobierno de Estados Unidos para Ucrania, se estima en 800 millones de dólares, e incluye bombas de racimo, 32 vehículos de combate de infantería Bradley y la misma cantidad de vehículos blindados de transporte de personal Stryker.
En tal sentido, EEUU reconoció la entrega de bombas de racimo a Ucrania a pesar que el uso de este tipo de municiones supone riesgos para la población civil, afirmó el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, en una conferencia de prensa.
Al mismo tiempo, el portavoz de la Casa Blanca aseguró que Kiev utilizará las municiones de racimo en su territorio, minimizando así los riesgos para la propia población ucraniana. “Reconocemos que las municiones en racimo crean el riesgo de daños a civiles debido a las que quedan sin detonar. Es por eso que aplazamos la decisión todo lo que pudimos. La entrega de bombas de racimo a Ucrania fue una decisión difícil, pero el equipo de Seguridad Nacional de Estados Unidos lo recomendó por unanimidad. Las bombas racimo tienen tasas de fallo inferiores al 2,5%”, precisó.
Sin embargo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) promueve la prohibición de este tipo de munición por los grandes daños que causa entre la población civil por lo que reiteraron su rechazo al uso de bombas de racimo en el campo de batalla, incluso en el conflicto de Ucrania.
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La Convención sobre Municiones en Racimo, adoptada en 2008, es el único tratado internacional vinculante que prohíbe el uso de estas armas, y hasta ahora más de 100 países se han adherido al acuerdo, pero todavía no son parte Estados Unidos, Rusia, China, India, Irán, Pakistán, Turquía, Corea del Norte, Corea del Sur y Ucrania.
Rusia continúa desde el 24 de febrero de 2022 una operación militar especial en Ucrania, cuyos objetivos son proteger a la población de un genocidio por parte de Kiev, y atajar los riesgos de seguridad nacional que representa el avance de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) hacia el este. Numerosos países condenaron la operación militar e intentan elevar el costo del conflicto para Moscú, enviando a Kiev armamento, instructores militares y mercenarios.